TEATRO

'Escape room': mentiras sin escapatoria

El Goya se apunta al juego de moda con 'Escape room', un artefacto cómico diseñado por Joel Joan y Hèctor Claramunt con muchos alicientes para atrapar al gran público

'Escape room': Mentiras sin escapatoria

'Escape room': Mentiras sin escapatoria / periodico

Imma Fernández

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Estirando del hilo del 'procés', que ha dejado no pocos descosidos en las relaciones entre amigos y familiares, Joel Joan Hèctor Claramunt –el tándem creativo de 'El crac' (TV-3)– han tejido en 'Escape room' un entramado cómico sobre la sinceridad en la pareja que apunta a uno de los bombazos de la temporada. Con este estreno, el Teatre Goya abre sus puertas a un público más amplio, también juvenil.

Los alicientes están ahí: desde una trama que, partiendo del juego de moda, funciona como máquina de la verdad, metiendo a los personajes en situaciones comprometidas que disparan las risas en la platea, a un elenco con muchas tablas que se maneja estupendamente en el registro cómico. La ágil dirección da un ritmo fluido que apuntala el buen funcionamiento del divertido artefacto. Una comedia ligera, en clave de 'thriller' y con elementos de terror, para desengrasar estos tiempos que asustan.

Personajes estereotipados

Los autores dibujan a cuatro personajes marcadamente estereotipados y fácilmente reconociblesJoel Joan es Edu, el pacificador; un tipo alérgico a los conflictos, ideólogo de las 'superislas'. Paula Vives es su novia, Marina, de gatillo fácil –dispara lo que piensa sin titubeos–; 'cupaire' y feminista. Buen hallazgo la vuelta de tuerca a la gramática patriarcal; su uso del plural femenino "todas" en lugar del "todos" resulta hilarante. Completa el cuadro una pareja amiga de Edu: Rai (Oriol Vila), un cineasta engreído, y Viky, su mujer, actriz en declive a quien Àgata Roca viste con una fantástica vis cómica.

Juntos entran en un 'escape room' de Hostafrancs, un espacio macabro –diseñado con detalle por Joan Sabaté a modo de laboratorio del terror– del que solo podrán salir con la verdad por delante. Las pruebas para intentar escapar de la siniestra habitación destaparán sus mentiras y su competitividad, llevándolos a situaciones límite que harán tambalear sus banderas y relaciones. Hasta el giro final.

Los guiños a la actualidad y al paisanaje político son continuos y los autores procuran la equidistancia en el reparto de zascas. Eso sí, han llevado el divertimento a un terreno pantanoso que abre el debate de los límites del humor. Sobre la mesa, ¡ojo, 'spoiler'!, la referencia a las cámaras de gas, al método de exterminio nazi, que algunos han reprobado