cine
'Lazzaro Feliz': elegía por los explotados del mundo
La nueva película de Alice Rohrwacher transita entre el cuento popular, el realismo mágico, el drama social y la ciencia-ficción
Las películas de la italiana Alice Rohrwacher transcurren en mundos cínicos en los que las dinámicas de poder y explotación tratan de quebrar la búsqueda de placeres simples, y funcionan a la vez como celebraciones de la libertad, la amabilidad y la belleza y como denuncias de las miserias de instituciones como la Iglesia, el Estado y la ley. Y, entre todas ellas, ninguna lo hace con tanta fuerza como 'Lazzaro Feliz'.
Situado en un pueblo remoto, el relato pone el foco en una familia de campesinos que viven bajo la tiránica autoridad de una corrupta magnate del tabaco. Habitan una casa angosta y ruinosa, y trabajan sin descanso. Desde el principio, el retrato que Rohrwacher hace del lugar resulta desconcertante: los coches parecen sacados de los años 50 y la ropa moderna convive con atuendos propios de siglos pasados. Luego descubrimos por qué: esos trabajadores han permanecido apartados del mundo moderno, engañados para que crean que la aparcería aún existe, obligados a ser esclavos. Esa dinámica queda pronto concentrada en la relación que surge entre el malcriado heredero Tancredi y el pobre Lazzaro, tan inocente y servil que los campesinos ejercen sobre él el mismo tipo de abuso que ellos reciben.
Cuando el uno obliga al otro a ser su cómplice en un complot para meter la mano en la fortuna materna, resulta casi inevitable dar por sobreentendido el camino que Lazzaro Feliz seguirá a partir de entonces, pero la verdadera dirección que acaba tomando resulta impredecible. Sería injusto revelar más detalles sobre el abrupto cambio de registro; digamos solo que es una de las piruetas narrativas más audaces contempladas ante una pantalla en mucho tiempo. Con ella, en todo caso, Rohrwacher amplía las relaciones de poder evidentes en la primera mitad de la película y construye una crítica pintoresca pero demoledora sobre el destino de pobres, inmigrantes, crédulos y desgraciados.
MEZCLA DE LO REALISTA CON LO MÁGICO
En el centro de la historia se mantiene la figura de Lazzaro, cada vez más confuso ante el mundo y fallido en su intento de hacer lo correcto; su presencia es a la vez un recordatorio de formas de vida tradicionales que luchan por mantenerse a flote y una amarga demostración de que en realidad están más muertas que vivas. Mientras lo contempla, la película evidencia sus deudas con el cine de Ermanno Olmi y de Pier Paolo Pasolini, pero aun así no hay nada derivativo en ella. Su seductora mezcla de lo realista con lo mágico se las arregla para ser del todo original. Y para resultar absolutamente irresistible.
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