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'Infiltrado en el KKKlan': Arde el KKK, arde el klan

Una comedia que da miedo porque nos recuerda que el racismo de aquella época no es muy distinto del actual

'Infiltrado en el KKKlan': Arde el KKK, arde el klan

'Infiltrado en el KKKlan': Arde el KKK, arde el klan / periodico

Nando Salvà

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«Odio a los 'negratas', a los latinos, a los chinos, a los judíos, a los 'japos' y a cualquiera que no tenga sangre aria pura como yo». Era octubre de 1978, y Ron Stallworth le acababa de espetar la frase al hombre que tenía al otro lado de la línea telefónica. Y este, un líder de la delegación del Ku Klux Klan en Colorado Springs, comprendió que su interlocutor era justo lo que la organización supremacista necesitaba. No tardaron en aceptar su membresía ni en empezar a mantenerlo informado de sus infames planes. Por supuesto, hay dos cosas que no sabían sobre él: una, que era un agente de la ley; la otra, que era negro.

Para entender cómo tan audaz operación policial pudo siquiera llegar a suceder es necesario recordar que a finales de los años 70 no existían internet ni la telefonía inteligente. Hoy en día, sería del todo inconcebible. Y, por tanto, está bien que al menos alguien se haya encargado de recrear la historia de Stallworth: acaba de llegar a los cines la comedia 'Infiltrado en el KKKlan', en la que el director Spike Lee ofrece la misma mezcla de sátira y comentario social sin tapujos que lleva 30 años usando como seña de identidad.

Stallworth no trabajó solo; él se encargaba de hablar con los miembros del Klan por teléfono haciéndose pasar por un blanco fascista y a uno de sus compañeros blancos le correspondía asistir a las reuniones de la organización. A lo largo de los siete meses durante los que se prolongó la investigación, llegó a establecer contactos regulares con quien por entonces era el líder del KKK. En una de sus conversaciones, le preguntó: «¿No te preocupa que algún negrata listillo te llame haciéndose pasar por blanco para sonsacarte información sobre el Klan?». Duke respondió: «No, siempre detecto si estoy hablando por teléfono con un 'negrata'». Las risas que conversaciones como esa provocaban en comisaría entre quienes se dedicaban a escucharlas a punto estuvieron de poner en peligro la operación.

‘KLANSMEN’ EN LA POLICÍA Y EL EJÉRCITO

Como la película deja claro, los miembros del Klan no se caracterizaban precisamente por ser unos lumbreras; nunca tuvieron ni la más remota sospecha del engaño. De hecho, en marzo de 1979 lo propusieron precisamente a él como jefe de la delegación de Colorado Springs. Fue entonces cuando se decidió que debía ponerse fin a la infiltración y que toda evidencia de la misma debía ser destruida. En última instancia, la operación acabó sirviendo para prevenir varias quemas de cruces y sendos planes para atentar contra dos bares gais en Denver; y reveló la existencia de 'klansmen' en el seno de la policía y en el del ejército, y entre los mandos militares a cargo del botón nuclear.

Resulta inexplicable que hayan pasado casi cuatro décadas antes de que una historia tan sorprendente se convirtiera en película. Y quizá habría pasado aún más tiempo si Donald Trump no hubiera llegado a la Casa Blanca; y si en los últimos años los supremacistas radicales, durante tantos lustros considerados mera carne de chiste, no estuvieran ganando cada vez más peso en las esferas públicas e incluso en los gobiernos.

En el epílogo, 'Infiltrado en el KKKlan' incluye imágenes de archivo de los disturbios de Charlottesville, que en agosto del 2017 enfrentaron a neonazis y antifascistas; allí, un supremacista atropelló mortalmente a una joven. Y, durante el resto del metraje, nos recuerda con insistencia que el racismo de entonces no era muy distinto del de ahora. Y eso hace que, pese a tratarse de una comedia –a ratos francamente divertida–, también dé miedo. 

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