Teatro

'Immortal', el chollo (o no) de la vida eterna

Bruno Oro da un paso al frente en el ingenioso primer solo de su carrera que se estrena en el Club Capitol

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José Carlos Sorribes

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La idea de la inmortalidad persigue al ser humano desde tiempo inmemorial. La ciencia busca el elixir de la vida eterna y los más optimistas, u osados, ya aventuran que en este siglo habrá jugosas novedades en la cuestión. Tiempo al tiempo. Por ahora hay quien trata de tomarse a broma, que no es poco, esa posibilidad. Sobre este tema cómico-futurista se levanta el primer solo teatral, que no un monólogo propiamente dicho, de Bruno Oro. El actor y cantante se ha puesto en manos de dos jóvenes dramaturgos que pisan fuerte como Marc Angelet y Alejo Levis para un 'tour de force' que no llega a maratón, pero sí a medio maratón a ritmo de récord en apenas una hora de función.

En Immortal, en cartel en la sala 2 del Club Capitol, el actor que encarnó, entre otros personajes, a un impagable Artur Mas y a un memorable Ángel Acebes en 'Polònia' da un paso al frente con la exhibición de un amplio catálogo interpretativo, en el que gesto, palabra y movimiento se desatan a ritmo trepidante. Mucho más, en definitiva, que un sobresaliente imitador.

La premisa es rotunda. ¿Qué pasaría si una pastillita nos hiciera inmortales? A priori, un chollo. Ahí es nada no envejecer o hacerlo sin miedo a la muerte, al más allá. Vivir sin pensar que hay un final inevitable. Pero Angelet –también director del montaje–, Levis y Oro nos muestran en un carrusel de escenas sin freno que el chollo no lo es tanto. Porque a ver quién aguanta al suegro/a eternamente, o a ver quién está 200 años en un trabajo que no le gusta, o cómo viviremos que nuestros propios hijos sean bisabuelos, o cómo afrontamos que la vida puede ser eterna, pero el amor, no.

El tema da juego, y más con el ingenio de los dramaturgos. Cierto es que no siempre Immortal va a tope de revoluciones, porque es inevitable que se suceda alguna bajada de ritmo. Pero abundan los momentos de gran brillantez, como las situaciones producidas al viajar en metro, donde Oro da un recital de serpeante gestualidad. 

O la de la figura de la muerte en horas bajas, en una suerte de diva como la Gloria Swanson de 'El crespúsculo de los dioses', con frases tan ocurrentes como: «A mí, a trágica seguro que no me ganas». O el esforzadísimo vendedor de las bondades del más allá, en una hipnótica actuación con todos los recursos y la jerga del márketing de hoy. Aunque el texto sea de inspiración futurista, no faltan tampoco los guiños a la actualidad. Ahí están esas referencias a que las obras de las Glòries aún no se han terminado, a que el procés del tenim pressa no ha llegado a la meta, o que el propio Oro reconozca que no le sale «bien» la imitación del 'president' de la Generalitat, Pep Guardiola.

La perspicaz escritura de Angelet y de Levis tendría menos efecto si no contara con un actor que se gana al público del primer minuto al último. Bruno Oro parece tener un fondo de armario inacabable para desdoblarse en una lista infinita de personajes. Y en la que no falta él mismo, en un jugoso juego metateatral, cuando dice estar hasta el gorro después de sumar 95.000 funciones de 'Immortal'. Tanto que amenaza con saltarse el guion. ¿Lo hace? No lo dudes.