exposición

Jugando a ser Claudia Schiffer

Pachi Santiago presenta en la Galería Zielinsky el resultado de siete años de autorretratos con el 'look' de la modelo en un proyecto que no es solo de apropiacionismo, sino también de identidad

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Natàlia Farré

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Entrar en la sala y ver el trabajo de Pachi Santiago es preguntarle si detrás de sus fotografías no hay una obsesión. La respuesta del artista es meridiana: "Total. Aunque juego con ella de manera consciente. La controlo y la entiendo. A veces pienso: '¡Dios, estoy como una cabra!', pero hay piezas con mucho sentido de autocrítica. Y cierta burla". No en vano, el artista asturiano juega a ser Claudia Schiffer en <strong>'Copying Claudia'</strong>, el proyecto en el que lleva trabajando desde hace siete años y que ahora expone por primera vez en Barcelona, después de hacerlo en Nueva York, Berlín, Monterrey y México DF. De aqueí saltará a Suiza, al Festival des Images de Vevet. Un largo camino desde que en el 2012 debutó en Photo España.

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Se trata de un ejercicio de apropiacionismo que va mucho más allá de la copia: es también un ejercicio de indentidad. "Todo el proyecto es un autorretrato a través del disfraz, contar quién soy a través de lo que no soy. Es una especie de ilusión óptica para hablar de otras verdades universales, como la soledad, las musas, los universos artificales para huir de la realidad...".

El trabajo empezó en el 2011, pero sus raíces se hunden en la infancia de Santiago, un niño con un lado femenino que le atormentaba, así que empezó a expresarse a través de los dibujos creando personajes imaginarios, entre ellos un gato que acabó convirtiéndose en una mujer. Se llamó Sonÿ hasta que el artista se topó con la modelo alemana en la televisión, cuando Schiffer era la cara de una marca de cremas y de otra de refrescos. 

MIMETISMO

Entonces lo tuvo claro: "Cuando la vi dije: 'Esta es mi mujer gato en la tierra, tal cual la imaginaría si fuera de verdad'". Y empezó a autorretratarse. Primero, como Sonÿ: "Yo sabía que yo era Sonÿ y que Sonÿ era Claudia, pero no era algo evidente para el público". Y luego ya, tras su paso por Madrid y la catarsis personal y profesional que ello supuso, el autorretrato tomó la imagen de Claudia. "Pensé: '¿Por qué no ser honesto y mostrar aquello que me construyó de niño y explicar que ella es una musa auténtica en este sentido?". 

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Dicho y hecho. A partir de ahí, Santiago optó por posar tal cual lo hizo la modelo para los mejores fotógrafos y retrarse. La luz y el posado son los mismos, pero no hay un trabajo de estilismo detrás, el artista usa su propia ropa porque para él lo más importante no es el parecido: "Es respirar como ella, que haya verdad". De hecho, consigue un mimetismo asombroso, pero Santiago mantiene los pies en la Tierra: "Tengo mi propia identidad, pero en ese mundo imaginario sí estoy bifurcado y fusionado con ella, sin dejar de ser del todo yo y sin ser del todo ella. Este es el juego de indentidades". También hay un discurso de género implícito y obvio, pero Santiago lo ignora: "Me parece superado y secundario".

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¿Qué opina de todo esto la modelo? Pues parece encantada. Así se lo hizo llegar al artista a través de su representante y en persona, a través de las redes sociales. Previamente, Santiago envió el proyecto al entorno de Schiffer, que es coleccionista de arte contemporáneo, cuando considero que estaba suficientemente maduro y trabajado. Admite que le hace ilusión que la modelo se haya convertido en seguidora suya, pero puntualiza: "No necesito su aprobación. Soy fan suyo como pieza de arte, pero no tengo el lado friki de que mi vida dependa de su actitud". 

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