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'Borg McEnroe': la rivalidad más épica llevada a la gran pantalla

La nueva película del director Janus Metz rememora el que para muchos es el mejor partido de tenis: el duelo entre John McEnroe y Björn Borg en la final de Wimbledon de 1980

Tráiler de ’Borg McEnroe. La película’ (2017)

La rivalidad entre Rafa Nadal y Roger Federer sin duda es una de las más bonitas del mundo del deporte, pero ¿es la más épica que se recuerda en el del tenis? Probablemente ese honor en realidad le corresponda a un enfrentamiento que tuvo lugar hace casi cuatro décadas, en una época en la que se estilaban las cintas sudaderas para la frente y en la que las raquetas eran de madera, los calcetines muy largos y los pantalones muy cortos: el que desde lados opuestos de la red mantuvieron un sueco diestro y un estadounidense zurdo. 

Björn Borg, el número 1 del mundo, era todo elegancia; John McEnroe, el número 2, parecía un turista de Magaluf. Uno tenía una melena lacia y sedosa; el otro, un matojo rizado e incontrolable como una esponja de acero. Borg era el favorito del público; McEnroe cultivaba una imagen de villano por su tendencia a gritarle a los jueces, a sus oponentes y a cualquiera que se le pasara por delante. Las grandes armas del nórdico eran el revés cortado y un servicio poderoso, y el americano ganaba buena parte de sus puntos subiendo a la red. Y así.

La suya fue una rivalidad tan perfecta que parecía sacada de la mente de un guionista, y eso explica que ahora exista una película basada en ella. Desde hoy en los cines, 'Borg McEnroe' en concreto rememora el que sin duda fue el más épico duelo entre ambos y para muchos el mejor partido de la historia del tenis: la final masculina individual de Wimbledon de 1980. 

LAS MANÍAS DE BORG 

El objetivo de la película parece ser demostrar que, pese a todo lo explicado en el párrafo anterior, sus protagonistas no eran tan opuestos; que McEnroe nutría la fama de malote que la prensa había creado de él para disimular una mentalidad perfeccionista y calculadora; y que, tras la serenidad pasmosa que mostraba sobre la pista –que le valió ser apodado 'Ice-Borg'–, Borg escondía un temperamento airado y obsesivo que solo lograba controlar apoyándose en diversas manías. En 'Borg McEnroe' lo vemos viajar con montones de raquetas, la presión de cuyo cordaje se dedica a comprobar de forma obsesiva caminando sobre ellas antes de cada partido; y dormir desnudo, y con la habitación ambientada a una temperatura de 12 grados, para mantener un ritmo cardiaco bajo. 

Björn Borg y John McEnroe en la final masculina individual de Wimbledon de 1980. 

Si durante su primera mitad la película se dedica a recordar los prolegómenos del partido y a explorar con cierto detalle la infancia de Borg con el fin de explicar su compleja psique, la segunda está dedicada en su totalidad a recrear minuciosamente esos cinco míticos sets; especialmente el cuarto de ellos, que culminó en un 'tie-break' de 34 puntos agónicos durante el que Borg desaprovechó hasta cinco pelotas de partido. Aunque 'Borg McEnroe' no lo explica, muchos espectadores recordarán qué pasó después del partido. Al año siguiente, cuando ambos jugadores volvieron a encontrarse en la final de Wimbledon, McEnroe salió victorioso. Aquello fue el principio del fin para Borg. Pocos meses después, cuando volvió a perder frente a su gran rival en la final del Abierto de Estados Unidos, pareció tirar la toalla. Salió de la pista en silencio y abandonó las instalaciones del estadio sin dirigirse a la prensa ni molestarse en recoger su trofeo de finalista. Dos años después, a los 28, se retiró. Para él, ser el número 2 no tenía sentido. McEnroe dejó la competición unos pocos años después.

DEPORTE 'MAINSTREAM' 

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Las raquetas que se utilizaban en aquella época eran de madera. 

El choque de talentos que 'Borg McEnroe' rememora fue tan célebre que, gracias a él, el tenis adquirió el estatus de deporte popular y se asentó en el 'mainstream'. Quién sabe si, de no haber existido Borg y McEnroe, hoy tendríamos a Nadal y a Federer. Y resulta inevitable establecer paralelismos entre ambas parejas porque, como McEnroe hizo en su día con Borg, Nadal logró destruir el aura de invencibilidad que solía separar a Federer del resto de tenistas. Por otra parte, eso sí, hoy las cosas son distintas. De entrada, hoy el tenis está mucho más profesionalizado: se juega mejor y se mueve más dinero. Asimismo, Borg y McEnroe se enfrentaron 14 veces, muy pocas si se comparan con los casi 40 partidos que Federer y Nadal han disputado en los últimos 14 años. Pero la principal diferencia es que al ver al suizo y al mallorquín, uno siente que disfrutan sobre la pista. Tanto para Borg como para McEnroe, en cambio, el tenis siempre fue sinónimo de tormento y obsesión. Y si su rivalidad acabó convertida en amistad, quizá en parte fuera porque ambos vieron en el otro algo de sí mismos, de cuánto sufrían a causa del deporte y, al mismo tiempo, de cuánto lo necesitaban. 

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