teatro

'La vida moderna', humor que pica

Quequé, Ignatius Farray y David Broncano trasladan al escenario la sátira corrosiva que practican en el programa de radio 'La vida moderna'

JUAN FERNÁNDEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Javier Cárdenas, el independentismo catalán, la fundación Francisco Franco y la atrofia muscular de Pablo Echenique tienen algo en común: los cuatro suelen ser objeto de la sátira corrosiva e implacable que practican David Broncano, Ignatius Farray y Quequé en 'La vida moderna', el programa de humor de la Cadena Ser en el que lo mismo sacan punta a los terroristas del ISIS que al declive del PSOE e igual se cachondean de los hipsters adictos a los envíos de Amazon que explican a los 'millennials' cómo era este país cuando los discapacitados eran, sencillamente, subnormales. El 'show', que el año pasado dio el salto a los escenarios, recala el 7 y el 8 de julio en la sala Barts.

Aléjense de ellos los suspicaces de piel fina con tendencia a sentirse ofendidos. En la era de la corrección política, lo que los tres cómicos proponen es, precisamente, lo contrario: ofrecen un repaso a la actualidad con actitud gamberra y una mirada ácida y carente de prejuicios de la vida contemporánea.

NADA DE CHISTES FÁCILES

Nada de chistes fáciles ni lecturas obvias. Ante la noticia de los titiriteros que fueron encarcelados por enaltecer a ETA con marionetas, Ignatius se imaginaba a la cúpula terrorista lamentándose avergonzada: "Qué horror, pensábamos que algún musical harían de lo nuestro, pero no chistes".

{"zeta-legacy-cite-barcelona":{"title":""En Catalunya a\u00f1adimos contenidos nuevos porque en esta 'naci\u00f3' pasan muchas cosas"","author":"David Broncano"}}

A cuento de la hipertrofia genital que los libros de historia achacan a Fernando VII, Quequé lanzaba el reto: "Froilán, este es el listón, supéralo, eres nuestra esperanza". No hay títere que conserve la cabeza en su sitio ante los profetas de la 'commmedia'. "Los Pujol, para no querer ser españoles, roban como si lo fueran", soltaba Quequé en otro momento del espacio radiofónico esta temporada.

"No pensamos en la corrección política ni buscamos gustarle a todo el mundo. Nuestro límite está en que nos haga gracia a nosotros. Si algo nos provoca la risa, ya nos vale. El éxito del programa ha sido precisamente ese, que la gente nos ha oído y ha dicho: 'Mira, aquí hay tres que sueltan lo que piensan sin cortarse'", explica David Broncano, pico agudo de un triángulo isósceles en el que Ignatius pone la trasgresión y Quequé, la retranca.

ACTITUD 'TROLL'

Con esta actitud 'troll', 'La vida moderna' nació hace tres veranos para rellenar minutos en la Cadena Ser, huérfana de goles por el parón liguero. Lo que iba a ser un parche estival de quita y pon ha acabado convirtiéndose en la apuesta de humor más agresiva de la emisora, que ahora emite el programa cada noche de lunes a jueves para goce de su creciente parroquia de fans.

El año pasado, a Quequé se le encendió la bombilla y propuso a sus compinches trasladar a los teatros la efervescencia chusca que crean en el estudio. "Por dos motivos: por la panojita, que siempre viene bien ganar más pasta, y porque los tres somos cómicos de escenario y esto nos tira mucho" explica.

VERSIÓN MÁS CÁUSTICA QUE EN LA RADIO

Desde entonces, 'La vida moderna live show' lleva girando los fines de semana por salas de todo el país. El montaje, de una hora y media de duración, no es una edición alargada de un programa habitual, sino una versión aún más cáustica e inclemente. "En el teatro somos más salvajes, sentimos los límites del humor un poco más lejos, porque aquí no está Cebrián", apunta Quequé con ironía.

Aviso a forofos de los monólogos que no conozcan el tono habitual del programa: los 'zaskas' que se escuchan en la sala son de grueso calibre; nada ni nadie está libre de ser objeto de chiste mordaz. Que Ignatius acabe chupándole un pezón a algún jovencito confuso o que el patio de butacas se ponga en pie para gritar "¡fascismo del bueno!" y corear las siglas de la extinta UPyD es lo menos extraordinario que puede pasar.

"LOS LÍMITES DEL HUMOR SON ALGO LAXOS PARA NOSOTROS"

No es descartable que alguien se sienta agraviado en algún momento. De hecho, al principio del espectáculo anuncian su voluntad de ofender, pero este aviso también forma parte de la broma. "Partimos de la base de que los límites del humor, al menos para nosotros, son un poco laxos. En mi caso particular, reconozco que siento debilidad por tocar los cojones", advierte QuequéIgnatius Farray resuelve gráficamente el debate de los límites del humor. "Cuando alguien se ofende, lo único que hace es señalarte dónde está la línea para él. Para un cómico es muy tentador caminar sobre esa línea".

Si bien el montaje es el mismo en todos los escenarios, siempre dejan un amplio margen a la improvisación y suelen adaptarlo a la comunidad que visitan. "En Catalunya incorporamos muchos contenidos nuevos porque en esta 'nació' pasan muchas cosas, más que en Palencia, y eso nos da mucho juego", explica Broncano.

"Catalunya es como esas selecciones que van al Mundial sabiendo que no lo van a ganar, pero le dan salsita. Catalunya va a estar siempre en España, pero todo esto de la independencia le da ese picorcito especial", añade Farray entre carcajadas.

Quequé manda un recado: "Rufián, estás invitado". Toca reírse de todo, empezando por uno mismo.