EXPOSICIÓN
Renoir, en cinco cuadros (y una obra maestra)
La Fundación Mapfre recorre la evolución de la figura femenina en la obra del pintor impresionista
‘Renoir entre mujeres’ es una de esas exposiciones que gustan al público y atraen multitudes. Así que lo suyo es saber qué es lo que uno no debe perderse si las salas están a rebosar. Ahí van las imprescindibles. Aquellas que permiten ver la evolución del artista (no todo fue pintura ‘au plein air’) y aquellas que plasman su ideal femenino. Y, por supuesto, el 'Bal du Moulin de la Galette', su obra maestra.
'MADAME DARRAS' (1868)
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La relación entre Renoir y las mujeres empezó retratando a las modernas parisinas, como hicieron todos los impresionistas. Esta pieza, además, permite ver a un pintor todavía joven bajo la influencia de Manet. De ahí las pinceladas cortas, la paleta apagada y el predominio del color negro.
'ÉTUDE TORSE, EFET DE SOLEIL' (1876)
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Renoir fue el único impresionista que jugó con el desnudo. Aquí pintó la carne con verdes, azules, violetas y rosas, y por ello fue muy criticado. Algunos le acusaron de pintar un cuerpo en descomposición.
'FEMME NUE COUCHÉE (GABRIELLE)' (1906)
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Los desnudos interiores son una rareza en Renoir, seducido por el mundo natural, pero hizo tres horizontales y de gran tamaño. Este, el segundo que ejecutó, representa una vuelta a la tradición clásica con claras referencias a la Venus de Urbino, de Tiziano, y a La gran odalisca, de Ingres. También a Rubens por la robustez de la protagonista y por la contundente presencia de la carne.
'GABRIELLE A LA ROSE' (1911)
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Pertenece a la serie de pinturas que Renoir realizó sobre la intimidad de la mujer durante su aseo, obras en las que el autor y el espectador se convierten en voyeurs. Las rosas son tanto un paralelismo entre la belleza de estas y la de la mujer como una manera diferente de plasmar la carne. A Renoir se le conocía como el pintor de las mujeres y también como el pintor de la carne.
'LES BAIGNEUSES' (1919)
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Su testamento artístico a partir de uno de sus temas preferidos: mujeres desnudas al aire libre. Una escena que recuerda la antigüedad clásica, pero llena de libertades artísticas: desproporciones, colores vivos y pinceladas sueltas. Disgustó tanto a sus contemporáneos como gustó a Picasso y Matisse.
'BAL DU MOULIN DE LA GALETTE' (1876)
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Pieza maestra del impresionismo por su formato, tema y audacia plástica. Raramente sale del museo de Orsay. Lo ha hecho en cinco ocasiones, dos de ellas, a Barcelona. La primera en 1917, cuando se organizó ‘La exposición de arte francés’ en solidaridad con los creadores del país vecino durante la primera gran guerra.
El tema. La gran particularidad de la obra es la elección del ocio popular en un espacio rural como motivo del cuadro. Y la gran alegría que respira la pieza.
El horizonte. Renoir pinta la tela subido a unas escaleras, lo que le permite dominar completamente el escenario y elevar la línea del horizonte.
El movimiento. Todo está hecho para tener sensación de movimiento: la técnica fluida, los bailarines, los bancos de primera línea que se unen a la mesa y el juego de miradas que se sucede en todo el lienzo.
La seducción. Los personajes se miran, se tocan y se relacionan. Hay un juego de seducción cuyo clímax es la pareja que se funde con el movimiento del baile.
Los colores. El gran formato pintado al aire libre es otra de las características de la obra: los contornos son imprecisos, las formas se disuelven y la luz deslumbra. También es significativo
cómo se funden los colores.
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