AMENAZA DE RUINA

La familia imperfecta

De uñas por la herencia: Cynthia d'Aprix Sweeney ahonda, en 'De buena familia', en las miserias de la institución familiar

Cynthia D'Aprix Sweeney

Cynthia D'Aprix Sweeney / ÁLVARO MONGE

JENN DÍAZ

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La familia es un nido de perversiones. Esta cita de Simone de Beauvoir podría ser perfectamente el resumen, muy escueto, de la novela de Cynthia D'Aprix Sweeney. Hay familia, hay perversiones... y también hay un nido, que es la herencia familiar que va a poner contra las cuerdas a los hermanos Plumb. La historia es sencilla: un accidente hace saltar por los aires el dinero con el que la familia contaba para deshacerse de las segundas hipotecas, los caprichos y el nivel de vida que han elegido pero que no es, desde luego, el que les corresponde. Parece sencilla, pero la autora no ha querido que lo sea. La herencia y el accidente de Leo, el hermano dominante, el narcisista encantador, como lo describe su autora, no son más que las excusas necesarias para ahondar en la familia, en los tabús, los secretos, las manías y, en definitiva, la incompatibilidad de un grupo de personas que por lazos de sangre están obligados a entenderse.

Aunque la cultura y la sociedad se empeñan en presentarnos la familia como un lugar idílico en el que refugiarse, la literatura se ha encargado de empañar la escena perfecta. La relación entre los hermanos, el dinero de por medio, los conflictos materno-filiales, la falta de comunicación y la convivencia ayudan a Cynthia D'Aprix Sweeney a dibujar en cada uno de sus personajes, incluso los más secundarios, muchos de los pecados familiares más frecuentes.

ENGREÍDOS, MENTIROSOS Y CRETINOS

Leo, Melody, Jack y Bea son personajes imperfectos de una familia imperfecta, que cometen errores, que son engreídos, mentirosos y la mayoría del tiempo, cretinos. Las expectativas que tenían sobre sus vidas les han ido traicionando a lo largo del tiempo, pero todavía no están dispuestos a renunciar a todos sus antojos. Por eso han centrado todas sus esperanzas en la herencia, que solo podrán tocar cuando la menor de los hermanos cumpla 40 años.

Como en 'Departamento de especulaciones', de Jenny O’fill, el núcleo sagrado de la familia se va derrumbando hasta que no queda nada, y los personajes solo pueden buscar donde no han buscado antes. En este caso, deben empezar a plantearse alternativas a la herencia, porque un accidente de Leo los ha arruinado. Jack deberá hacer frente a sus mentiras con su marido (Cynthia aprovecha para profundizar en el amor homosexual), Melody deberá aceptar que huir del modelo familiar de su madre la está despistando de lo que había esperado de ella misma como madre y esposa (Cynthia aprovecha para hablar de cómo las tres generaciones de una familia —abuela, madre, hija— y sus incongruencias hacen temblar las convicciones), Leo deberá huir de sí mismo, la persona que más le agrada en el mundo (Cynthia aprovecha para quitarle los lujos y los privilegios a un hombre bien considerado, y lo deja desnudo ante los demás) y Bea tendrá que desmitificar a su hermano y centrarse en sí misma (Cynthia aprovecha para hablar de la idealización familiar y de cómo nos ata a la hora de enfrentarnos a la realidad).

DESPUÉS DE ACCIÓN DE GRACIAS

El agente de la norteamericana decidió mandar a las editoriales la novela al terminar el puente de Acción de Gracias, cuando más que nunca las novelas sobre conflictos familiares tienen un buen público, todo el mundo las comprende. La herencia, pues, ha tendido de una forma elegante la trampa: ha puesto a los hermanos a trabajar en sus defectos, los ha vuelto mediocres en sus vidas de lujos, los ha destapado y los ha obligado a desenmascararse. La tensión a la que se ven sometidos los hermanos Plumb por culpa de Leo le da mucha fuerza a esta primera novela bien escrita y convincente. Todos los personajes empiezan a sentirse aliviados cuando ya no les queda nada que perder —es el descanso del perdedor que tanto se han merecido.

Y, DE FONDO, NUEVA YORK

Y como telón de fondo, una ciudad que caracteriza a sus personajes como nadie: Nueva York. Los personajes secundarios, pues, no dejan de ser estereotipos de la sociedad actual de la gran ciudad: una agente literaria que se enamora de un cretino, un ambiente de escritores pérfido y malintencionado, mucha necesidad de aparentar, víctimas de los atentados del 11-S, hombres solos dedicados al trabajo, madres solteras que aceptan con dignidad y no con resignación la soledad. Todo el catálogo de personajes modernos que ofrece una ciudad como Nueva York a disposición de la historia. Los hermanos Plumb, personajes de un tiempo actual, se mueven por la ciudad y sus vidas como la protagonista de La piedra de moler, de Margaret Drabble: acomplejados, pero resolutivos. 

La familia es un nido de perversiones. Los hermanos Plumb son un nido de perversiones, y no les queda más remedio que tocar fondo. Es la manera en que Cynthia D’Aprix Sweeney consigue aligerarles el paso, volverlos menos patéticos. '<strong>De buena familia</strong>' es un buen catálogo de personajes víctimas de los lazos familiares y sobre todo de las exigencias sociales y personales. Leo, Melody, Jack y Bea no han ganado demasiado, y ni siquiera importa mucho lo que han perdido. Eso es lo que les escuece más.

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