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Mi escuela es el surf

William Finnegan, uno de los reporteros más reputados de EEUU, cuenta en 'Años salvajes' cómo el mar le despertó la conciencia

William Finnegan, desafiando a las olas en Cloudbreak (Fiyi), en el 2005.

William Finnegan, desafiando a las olas en Cloudbreak (Fiyi), en el 2005. / periodico

Gabi Martínez

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La proximidad del invierno convoca al espíritu surfista de Barcelona, donde los últimos años han emergido desde escuelas hasta tiendas y restaurantes temáticos que reivindican la ola de la Barceloneta como entretenida posibilidad. Coincidencia o no, este octubre la ciudad presenta dos novedades editoriales vinculadas a deportes de agua. Libros del Asteroide publica los 'Años salvajes' de un William Finnegan que, dicen, firma el mejor libro de surf jamás escrito. Su espectáculo de olas, rompientes y dudas existenciales abarca desde los años sesenta hasta la actualidad y ofrece la construcción física y moral de sí mismo, que le ha valido el Pulitzer de biografía 2016.

Finnegan empieza narrando sus pinitos surfistas en Hawái, donde vivió largas temporadas por el trabajo de su padre, un productor televisivo de Los Ángeles. Además de aprender a ubicarse en el pico idóneo para cabalgar las olas, Finnegan contrastó la naturalidad de la práctica surfera en la isla con el aire contracultural que la impregnaba en California, y le conmocionó el racismo en ambos lugares. Dos aspectos que determinaron su futuro como surfero alejado de estereotipos y, después, como reportero entregado a la denuncia social, sobre todo tras su paso por el 'apartheid' en Sudáfrica.

EL MAR COMO MAESTRO

EL MAR COMO MAESTRO'Años salvajes' presenta a un hombre que aprende del mar, y obtiene tanto de él que llegó a engañar a compañías de seguros, cavar zanjas o emplearse de guardafrenos para continuar surfeando mientras intentaba discernir qué hacer con su vida. Se trata de una búsqueda autónoma, tan ajena y desconfiada de esos movimientos que en los setenta estaban sacudiendo la ética mundial, que Finnegan llegó a definirse «antihippie», irritado porque le asociaran a esos presuntos rebeldes en los que atisbaba una pose bastante artificial.

Y es que este surfista purasangre mide las revoluciones por la «insurrección» que supuso, por ejemplo, la aparición de la tabla corta, o por las quillas añadidas que proporcionaban una nueva estabilidad. Su baremo de violencia marca la violencia «auténtica» y superior del mar. Mientras, depuraba su carrera de Filología Inglesa apoyándose en lecturas que oscilaban de la sofisticación de James Joyce al Jack Kerouac todoterreno, aunando sensibilidades de donde extraía ideas propias y descubriendo que las primeras decripciones literarias sobre el surf incumbieron a Jack London y Mark Twain.

LA SOCIEDAD EN UNA OLA

LA SOCIEDAD EN UNA OLAKirraTongaWaikikiGrajaganAustralia La Gran Ruta Asiática para mochileros de los 70 convierten por momentos este libro en un particular diario de viajes capaz de cotejar sociedades a través de cómo enfrentan sus olas. Hasta evidenciar que cada ola es bien distinta de las demás, Finnegan se perforó el oído, enfermó de malaria, se magulló todo el cuerpo y estuvo a punto de ahogarse varias veces. A cambio, desarrolló un vínculo tan estrecho con el mar que sufrió como pocos el auge de su deporte: de pronto, se encontró guardando largas colas para abordar una ola, se enteraba de la compra de playas por parte de hoteleros o de la descontrolada inversión de fondos europeos para deformar la costa de Madeira a base de apartamentos y autopistas. 

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En cualquier caso, Finnegan retrata con apasionada meticulosidad aquella época magnífica en la que emprendió «surfaris» planetarios en busca de olas vírgenes, siempre con muy poco dinero. 'Años salvajes' es un libro singular, estimulante y útil para, por ejemplo, apreciar esa ola que quizá tengas a la vuelta de la esquina pero en la que nunca reparaste, descreyendo de su potencial. Si Finnegan descubrió una ola suficiente al instalarse en Nueva York...

MÁS ALLÁ DEL SURF

MÁS ALLÁ DEL SURFLa marea acuático-editorial barcelonesa también trae 'Esquí náutico. Crónica ilustrada de un deporte en España', publicación coordinada por los hermanos Morros, David e Iván, a los que su padre, Andrés, insufló el espíritu de este esquí (Iván colecciona campeonatos, acaba de ganar el del Mundo para mayores de 35 años y es el actual seleccionador nacional). El libro es un precioso objeto de coleccionista donde se presenta por primera vez la historia del esquí náutico nacional. Con el ánimo de rescatar informaciones e ilustrativas historias antes de que muchos de sus protagonistas no estén, los Morros abordaron a veteranos esquiadores para ofrecer un fresco que arranca con Pitu Figueras y Lluís Pedrerol atando una cuerda a una lancha para deslizarse por Sant Pol de Mar en 1944 y pasa por las habilidades en el salto de Marian Puig –el Señor de los perfumes–, las constantes lesiones de menisco o la impresionante victoria de Víctor Palomo, único campeón del mundo español en la disciplina y figura clave para que en 1971 se celebrara el Mundial en Banyoles.

Un paseo, en fin, por la historia reciente de un deporte con fuerte arraigo en Barcelona que sin embargo atraviesa un momento complicado debido a la falta de infraestructuras y los precios. Si bien, como indica David Morros, el wakeboard en cablesquí emerge ahora como una sugerente alternativa que, por cierto, mantiene la estética surfera... y es más barato.