Local Activista

La Raposa: una revolución que se baila

En La Raposa, las dinámicas tóxicas de la noche barcelonesa se quedan en la puerta gracias a su filosofía transfeminista. Aquí puedes beber sin sentirte excluido por tu identidad. Sí, un mal trago para Abascal

Barra de la cooperativa La Raposa. Intentan que todo lo que tienen sea de kilómetro cero y participe en el tejido asociativo del barrio.

Barra de la cooperativa La Raposa. Intentan que todo lo que tienen sea de kilómetro cero y participe en el tejido asociativo del barrio. / periodico

Abel Cobos

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«¿Es aquí el recital contra el amor romántico?», preguntan tres chicas que acaban de llegar a la cooperativa <strong>La Raposa</strong> (Tapioles, 47). Es uno de los muchos eventos que celebra este local del Poble Sec, que exploran diversas temáticas pero siempre con el activismo como eje central. «Hemos organizado de todo, desde charlas sobre fabricar tus propias compresas de tela, exposiciones de arte transfeminista y demostraciones de juguetes sexuales veganos hasta talleres inclusivos para niños y familias», explica la camarera. 

Sí, todas las actividades siguen la misma filosofía: el transfeminismo, el antiespecismo, el antirracismo y otras reivindicaciones similares. «Es un espacio seguro, un lugar inclusivo que acepta y protege a todas las personas», asegura Alba, una de las socias de la cooperativa. Es, en resumidas cuentas, un lugar para descansar de todas las dinámicas tóxicas, machistas y discriminatorias que se encuentran en la noche barcelonesa. Aquí puedes tomarte una copa sin sentirse excluido por tu identidad. Es decir, un mal trago para el partido de Abascal.  

«La Raposa nació hace tres años. Empezó como una fiesta mensual llamada 'gaupaseras' (que viene del euskera, 'gaupasa', sinónimo de 'farrote'). Pero se nos hizo pequeño y queríamos un sitio que tuviera los valores transfeministas y animalistas de la fiesta. O sea, convertirlos en algo cotidiano y no en una cosa de una noche», detallan las socias. Así surgió este bar, librería y sala de eventos que recoge uno de los ambientes más de izquierdas de la noche barcelonesa. 

Son las ocho de la tarde. Mientras la sala de actos está ocupada con el recital contra el amor romántico, el resto del local está lleno de visitantes con diferentes intereses. En la entrada, en la barra, unas diez personas están tomando una cerveza y unas tapas (veganas). No son muchas -al recital han acudido el doble de asistentes-, pero el estrecho local da la sensación de estar a tope. 

Llegan unas chicas que piden un vino. «Es artesanal y del barrio», añade Alba. «Como somos cooperativa, todo lo que tenemos intentamos que sea de kilómetro cero y que participe en el tejido asociativo del barrio». La camarera enseña, además del vino, otros productos de colaboradoras, como la 'kombucha', que compran en Probiodrinks(Tamarit, 117), y la <strong>cerveza Cesc</strong> (siglas de cerveza ecológica, sostenible y catalana), producida en el Poblenou por una persona trans, que también es socia de la cooperativa. 

BDSM vegano

Frente a la barra, la decoración del local es acorde a la filosofía: cuadros de mujeres de todas las tallas y etnias y una vitrina con unos utensilios de cuero («¡vegano, por supuesto!») para hacer BDSM que sobraron de la charla sobre juguetes sexuales de origen no animal. 

Pasada la zona del bar está la librería, cuyo catálogo, como la decoración, explora todos los puntos del activismo que animaron a las socias a abrir el local. Algunos de los títulos que reposan en sus estanterías: el 'femzine Aliado parece, Femilisto es', el libro 'Mala mujer' de la influencer Noemí Casquet, los ensayos de la escritora feminista y racializada Chimamanda Ngozi Adichie, el 'Señoras que se empotraron hace mucho' de la tuitera Cristina Domenech o la autobiografía del cantante y activista Putochinomaricón. 

«Sí, en nuestras estanterías no todos los libros son de mujeres, también hay hombres porque nuestro espacio es mixto, puede venir quien quiera siempre y cuando respete los protocolos antimachistas y antiespecistas», añade otra de las socias, Zoi. «El siguiente paso será prohibir que los clientes lleguen con productos de origen animal. Si tienes unos zapatos de cuero, los dejas en la puerta», bromea la cocinera mientras repone algunos de los platos que están expuestos en la barra. 

Sororidad

«Al final, nosotras nos cuidamos mucho mutuamente y es algo que queremos transmitir también a las clientas. Queremos que haya sororidad», asegura Alba. «Eso sí, también que sea divertido. Por eso somos un bar. Queremos juntar lo político con el ocio». Una filosofía que se puede apreciar en la decoración (¿cuántos bares tienen una fusta sadomaso decorando una vitrina como si fuera un altar a una virgen?) y que se resume bien en la frase de la activista feminista Emma Goldman: «Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa».

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