POSFIESTEO

Locales donde alargar la noche

El primer rayo del alba te inunda como una gran burla cósmica y solo sabes una cosa: que no quieres ir a casa. ¿Qué puedes hacer? Síguenos

Els Tres Tombs

Els Tres Tombs / periodico

Albert Fernández

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No hemos dado ni tres pasos fuera de la discoteca y ya oigo la preguntita: “¿Dónde vamos ahora?”. Directo al estribillo. Y enseguida, el coro: “Ey, vamos a tu casa, ¿no?”. Pues mira, no. No vivimos en medio de la estepa rusa, expuestos a llanuras y temporales gélidos. Esto es Barcelona, existen mil posibilidades recreativas a cualquier hora. Incluso cuando la noche se está jubilando y las mentes ceden a distorsiones lisérgicas tras horas de bailoteo. 

Los clásicos acuden al rescate enseguida. Una buena solución es aparcar el rebaño en ese bar que nunca falla, <strong>Els Tres Tombs</strong> (ronda de Sant Antoni, 2). El fin de semana a primera hora, aquello se convierte en una ‘mélange’ fabulosa de ‘iaios’ madrugadores y monstruos de la ciénaga nocturna.

Entre birras, cafés, cruasanes y zumos con un chorrito de vodka más tres cuartas partes de desprecio del camarero, allí hemos urdido planes en casas desconocidas y hemos besado caras que jamás recordaremos.

En el cercano <strong>Rincón del Artista</strong> (Nou de la Rambla, 105), como reza su nombre, lo que va es la creatividad. En este templo inmortal de la farándula, el posfiesteo también cuaja con el señorío. Mientras unos se sacan unos callos, otros desbordan las mesas con su espectáculo demente. Los hay que van al lavabo escaleras abajo y jamás regresan.

A veces, incluso cuando andas por el otro lado de la vida, te entra hambre. Mucha hambre. Por eso es una suerte que hornos como <strong>Granier</strong> (Paral·lel, 115) y <strong>Forn Mistral</strong> (ronda de Sant Antoni, 96) abran sus puertas y empiecen a soltar sus aromas crujientes desde muy temprano. Otro clásico innegociable es la <strong>Xurrería J. Argiles</strong> (Marina, 107), junto al metro de Marina. A partir de las 5 de la mañana supera en colas a algunas discos colindantes. Si a esas horas el bolsillo no da para más, la diáspora de badulaques y tiendas 24 horas repartidas por la ciudad es pura bendición. 

Como este viaje al fin de la noche retuerce sus caminos, puede pasar de todo. Si insistes en no ir a la cama, siempre puedes anticipar tu jubilación y ponerte el ‘SER Aventureros’ en la radio mientras contemplas una obra de esas que tanto admiran los octogenarios. La de Glòries está muy jugosa ahora. Ya que estás ahí, te recomiendo acercarte al Nou Parc de Les Glòries (Gran Via de les Corts Catalanes, 844), 20.400 metros cuadrados de superficie verde y amplios toboganes de metal sinuoso para perderse en pensamientos o resbalar hasta un suelo blando. 

Conclusiones reparadoras

Conclusiones reparadoras Si has pinchado en la discoteca, siempre puedes completar la jugada acercándote a <strong>Punxades 24 Hores</strong> (Tarragona, 101). Tal vez llegues a conclusiones reparadoras, o te decidas por fin a arreglar el coche. Por si te envalentonas y decides volver a intentar la conquista, en <strong>Floristeries Navarro</strong> (València, 320) te pueden ayudar con un ramo sensacional, en cualquiera de tus 24 románticas horas. Si por lo que sea acabas la noche en buena compañía, vais sobrados de motivación, sois muy deportistas o directamente gilipollas, siempre podéis buscar la providencia juntos con un ascenso matutino a los Búnkers del Carmel (Marià Labèrnia, s/n). Dejar la ciudad a los pies ayudará a reconsiderar tu viciosa existencia. 

Ah, ¿que tú en realidad solo buscabas un ‘after’? Los ‘afters’ ya no se llaman así. Ahora son asociaciones culturales. Hay uno mítico que se llama igual que un pueblo de Badajoz importante en la crónica negra española, para el que necesitas saber una contraseña, y otro en el que te abren paso tras echarte el ojo por una mirilla metálica, cuyo nombre remite a hechicería con concreción cromática. 

Torneos de pimpón a deshoras

Torneos de pimpón a deshorasPero cuando acabas la noche con un hatajo de pobres diablos legañosos, ni siquiera hace falta adentrarse en los intersticios del submundo ‘afteril’ para gozarlo. El ambientazo que se organiza cada finde en la plaza de Joanic es de traca. Mientras los seguratas del <strong>Almo2bar</strong> esparcen a los últimos despistados del baile, en la plaza se organizan unos torneos de pimpón a deshoras que son la gloria. El parque también es ideal para quedarnos sentados, arrobados, mirando a la gente, y ceder por fin al sueño. Por desgracia, cuando le das la vuelta a la noche, los alegres díscolos siempre vuelven a la carga: “Venga, Albert, pero vamos a tu casa ahora, que tienes ese patio tan divertido”. Argh. A veces es preferible pasar 24 horas en la calle que llenar tu casa de seres inundados de pócimas.

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