CONCIERTO

Portico Quartet, la dimensión desconocida

El grupo instrumental conjuga jazz y electrónica de forma sutil en 'Memory streams', que presenta en Apolo

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Juan Manuel Freire

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¿Es jazz? ¿Es electrónica? ¿Es clásica moderna? ¿Es, quizá, aquello que un día convenimos en llamar world music? Es simplemente Portico Quartet, una banda al margen de definiciones estrictas de género. Desde su debut largo en el 2007 con 'Knee-deep in the north sea', flamante nominado al Mercury Prize, el grupo londinense se ha desafiado y reinventado a sí mismo en cada nueva referencia, la última de ellas 'Memory streams', disco algo olvidado por los medios el año pasado que merece una revalorización en toda regla. El martes, día 10, hitos del nivel de 'With, beside, against' o la casi bailable 'Gradient' sonarán en directo en Apolo.

Volviendo al tema de las etiquetas: ¿qué clase de música dicen Portico Quartet que hacen cuando preguntan, no sé, los amigos de sus padres? "Últimamente suelo describir nuestra música como Música Instrumental en Pantalla Ancha", me explica Duncan Bellamy, batería y maquinitas de un proyecto que completan Jack Wyllie (saxofones y teclados), Milo Fitzpatrick (contrabajo) y Keir Vine (teclados); hasta el 2011 estuvo en sus filas el hoy conocido cantautor Nick Mulvey. "Si me preguntan por una etiqueta, digo esa, y nadie se queja, parece que la gente se hace una idea de lo nuestro".

Cuando se dieron a conocer, hace alrededor de década y media, la Música Instrumental en Pantalla Ancha no era un género que se cultivara tanto como ahora mismo. Las fronteras entre clásica y electrónica, o jazz e indie, parecían menos porosas. "Nos sentíamos bastante solos; no había tantos artistas o grupos que hicieran música parecida a la nuestra", explica Bellamy. "Con el tiempo, las cosas han cambiado y ahora hay gente con la que nos podemos identificar, como GoGo PenguinNils Frahm o The Comet Is Coming, aunque no hagan exactamente lo mismo que nosotros".

Un organismo vivo semiartificial

Como decíamos, Portico Quartet han cambiado en algo su sonido con cada disco. En el caso del más reciente, se propusieron capturar la energía y el sonido de sus directos, y los sonidos acústicos de sus instrumentos, pero también densificar el conjunto a través de elementos electrónicos y técnicas de estudio. "Acabamos regrabando muchos sonidos a través de un par de viejos amplificadores –explica Bellamy–, lo que da a la música un gran sentido de profundidad y textura. Queríamos que la música respirase, que fuera como si estuviese viva".

Es, quizá, su disco más sutil hasta la fecha: la banda captura aquí la atención sin agarrar al oyente del cuello, solo tentándole con un espacio envolvente, lleno de detalles mágicos. "Me alegra que se note ese esfuerzo por crear una sensación de espacio y profundidad. Pusimos mucha atención al detalle en este disco, buscando siempre el equilibrio, la sutileza y la delicadeza".

En la pista y en la pantalla

Hay un par de etiquetas que todavía no hemos usado para referirnos a Portico Quartet y que pueden ser, en cierto modo, bastante útiles. Un corte nuevo como 'Gradient' podría ser catalogado como 'música de baile', aunque nunca acabe de estallar del todo a nivel rítmico, aunque se quede a un par de grados de separación de la pista. "Es una de mis favoritas del disco", apunta Bellamy. "Queríamos canalizar el sentimiento de euforia de la música de baile, pero siempre a través de nuestros instrumentos acústicos y nuestros 'samples'. Mis platillos se convierten en una especie de ruido blanco al final. Me gusta lo inesperado de ese final; al principio el tema parece clásica moderna, pero después se acaba revelando como algo más bailable".

La otra etiqueta es 'banda sonora imaginaria', concepto idóneo para hablar de ellos. Teniendo en cuenta la capacidad evocadora de su música, resulta curioso que hasta ahora solo hayan puesto bandas sonoras reales a cortometrajes. "Nos encantaría trabajar a fondo en este sentido. La gente nos ha propuesto cosas para cortos y otras cosas, pero por ahora no ha llegado el gran proyecto que nos permitiría profundizar en este sentido. Ojalá llegue pronto". Entre sus compositores de cine de referencia figuran Phillip Glass, Vangelis, el añorado Jóhann Jóhannsson o Daniel Lopatin.

A la hora de componer, tocar y producir, Bellamy no suele pensar en términos narrativos o cinematográficos, como sí lo hace al parecer el saxofonista Jack Wylie. "Cuando compongo, sobre todo llegan a mi mente pequeños fogonazos, brotes de imaginería que la música ha conjurado. Cuando toco en directo, suelen llegarme imágenes personales: gente cercana, cosas, lugares, espacios".

El grupo toca este martes, día 10, en sala en Barcelona tras haber pasado por el BAM (Plaça dels Àngels) hace ya casi una década, en el 2011. "Nos moríamos de ganas de volver a Barcelona", dice Bellamy. "Ha pasado demasiado tiempo. Me encantan su gente, su energía… Es una ciudad con un gran legado cultural".