CONCIERTO

Molly Burch, por amor a la balada

La cantautora tejana lleva este sábado su romanticismo jazz-country al Vida Festival

Molly Burch

Molly Burch / periodico

Juan Manuel Freire

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La cantautora tejana Molly Burch sorprendió hace un par de temporadas con 'Please be mine', una ópera prima que no lo parecía, deliciosa colección de emotivas baladas y medios tiempos jazz-country sobre una ruptura, pero también una reconciliación.

Reconciliación amorosa y reunión musical: Dailey Toliver fue, de nuevo, su aliado en el reciente 'First flower', ejerciendo como coproductor y tocando guitarra, teclados y autoarpa. El disco es más de lo mismo, es decir, igual de bueno, igual de romántico, igual de apropiado para fans de Patsy Cline y Dusty Springfield. "Gracias por los cumplidos, sobre todo porque me costó hacer este álbum", dice Burch vía telefónica. "El anterior fue más fácil porque no pensaba que nadie fuera a escucharlo. Esta vez debía lanzar un disco, había un público y un sello esperándolo. Tuve bloqueos. Componer es difícil, al menos para mí. Me gustaría que acabara siéndolo mucho menos".

A Burch le gusta, dijo en nota de prensa, "cantar con emoción, y drama, y romance, tomándome tanto tiempo como necesite". Es decir, cantar como casi ya no se hace. ¿Es consciente ella de su condición de 'rara avis' en el contexto del pop actual? "En realidad, me gusta el pop actual", afirma. "Soy fan de toda clase de música. Pero, a la hora de hacer cosas yo misma, esto es lo que me sale, y es algo poco habitual en el 2019. En mi nuevo 'single', además, he llevado la opción al extremo".

Ese nuevo siete pulgadas se llama, simplemente, 'Ballads'. Título casi desafiante en un momento en que pocos artistas 'mainstream' se atreven a sacar sencillos que sean eso, baladas. "Las dos canciones ['Only one' y 'Your party'] se grabaron para el álbum, pero si las hubiera incluido habría sido un disco demasiado largo. Además, hacían buena pareja. Sobre todo en directo, son temas muy a fuego lento". Este sábado, día 6, inundarán de melancolía el Vida Festival.

Antes neoclásica que 'retro'

Cuando se habla de Molly Burch, se suele usar mucho el adjetivo 'retro', que a ella no acaba de convencerle. "No me gusta mucho esa palabra y no es algo a lo que aspire". ¿Qué tal 'neoclásica', es decir, inspirada por la tradición pero no esclavizada por ella? "¡Mucho mejor! Cuando me llaman 'retro', imagino que lo dicen porque mi 'background' está en el jazz. Y, eso es verdad, no soy una persona especialmente interesada en la tecnología, como tampoco mis músicos".

Ese componente 'retro', o perdón, neoclásico ha logrado que en sus conciertos se mezcle público de muy diversas edades: padres amantes de Billie Holiday (una de las heroínas de Burch) e hijos atentos a las últimas promesas del indie. "Este año he hecho mi primera gira propia por Estados Unidos y es cierto, me he dado cuenta: mi público cubre varias franjas de edades. En España, sobre todo es gente mayor, eso sí".

Padres de Hollywood

¿Y los padres de Burch? ¿También suelen ir a sus conciertos? "La verdad es que siempre me han apoyado mucho", dice. "Son personas muy creativas". El padre es guionista y productor; la madre, directora de 'casting'. Pero nunca se sintió presionada para hacer nada parecido mientras creció en Los Ángeles. "No nos impusieron nada ni a mí ni a mi hermana, aunque ella sí que acabó trabajando en el cine. A mí no me atraía".

Sea como sea, algo del glamur del viejo Hollywood se acabó filtrando en sus canciones, quizá por la exposición de la joven Burch a la cinefilia paterna: "Mi padre tenía una gran colección de LaserDiscs. ¡Era un coleccionista ávido! Sobre todo, tenía muchas películas de los 40 y 50. Su amor por la historia del cine me inspiró".