CONCIERTO
Opatov, huyendo de la realidad
El grupo de pop psicodélico con raíces en Cerdanyola presenta en Sidecar su segundo y cuidado álbum, 'Botánica oculta'
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
Opatov tienen sus raíces en Cerdanyola, pero se bautizaron como aquella ciudad checa porque, según ellos, no es tan diferente a la suya. Fue allí donde se hospedaron durante un viaje de fin de curso a Praga, y se sintieron como en casa. «Era casi igual, una pequeña ciudad del extrarradio», recuerda Víctor Casado, batería de un notable grupo al que casi cualquier etiqueta queda estrecha. Nos quedaremos con psicodelia, algo que engloba un puñado de cosas y que sirve bastante bien para tratar de definir la actitud de Opatov, ecléctica, abierta al experimento.
Cerdanyola es una pequeña ciudad del extrarradio donde, durante un tiempo, pasaron cosas. Casado lo recuerda con nostalgia: «Había un laboratorio de música que funcionaba muy bien: la mítica sala Circus. De allí salieron muchas bandas. Aquella sala cerró y muchas otras han tenido que dejar de hacer conciertos. Últimamente, cada vez se está poniendo más difícil. Antes, la música estaba promovida; ahora no. The Saurs salieron de aquel caldo de cultivo».
Como los extintos The Saurs, Opatov han ganado los concursos Bala Perduda y Villa de Bilbao, y un tercero: Proyecto Demo. Todos ellos en el 2015, el mismo año que publicaron su primer disco, 'Baclán', una fiesta desatada de pop psicodélico tribalista. El recién aparecido 'Botánica oculta' es otra historia, un ejercicio de depuración y refinamiento: «Desde luego, es diferente. Teníamos la intención de experimentar. Sobre todo, hemos desechado muchas cosas. El sonido es más vacío, las líneas, más definidas; queríamos que se notara el protagonismo de los elementos en uno u otro momento».
Graciosos pero destructivos
Sea como sea, 'Botánica oculta' sigue sin ser un disco prosaico, sino casi igual de esquivo que su predecesor. Místico, podríamos decir. «No somos místicos en nuestra vida normal», avisa Casado, «pero sí como banda. Cuando tocamos, buscamos ese elemento místico que no hallamos en el día a día».
Sorprende que temas como 'Southern comfort', 'T.O.C.' y 'Crab house' tengan letras tan fatalistas. Si no te fijas, estas canciones parecen felices. «Desde siempre hemos sido así. La idea es un poco cantar gracioso, pop, pero con letras destructivas. Joan Colomo es el epítome de eso».
El directo en Sidecar de este viernes, día 21 (también actúan Bruises), debería ser más de subidón que de bajón. «Lo estamos preparando con mucho cariño, añadiendo muchos vientos, colaboraciones…». Suena a fiesta, medio depresiva si te fijas, pero fiesta.
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