Toma pan y moja

La invasión del ‘steak tartar’, por Òscar Broc

El alud de carne cruda aliñada amenaza con sepultarnos. McDonalds lo acabará incluyendo hasta en el Happy Meal de tus sobrinos. ¿Sobrevivirá a esta fiebre?

Steak tartar

Steak tartar / Instagram

Òscar Broc

Òscar Broc

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el último programa de 'Joc de cartes', el periodista gastronómico Josep Sucarrats nos alertó de la epidemia de 'steak tartars' que padece Barcelona desde hace ya unos años. Como siempre, Sucarrats acertó y me hizo pensar en el alud colosal de carne cruda aliñada que amenaza con sepultarnos, si es que no lo ha hecho ya. 

Me encantaría saber qué impulsa las tendencias gastronómicas, ¿qué misteriosa fuerza se encarga de encumbrar ciertos platos o ingredientes y convertirlos en moda? En Barcelona, estas oleadas se dan con bastante frecuencia: algunas han permanecido en el tiempo, como el tartar de atún con aguacate, otras se han ido apagando, no tengo dedos suficientes para contarlas, pero lo del 'steak tartar' ha superado cualquier expectativa. De un tiempo a esta parte, la receta se ha colado en prácticamente todos los restaurantes de la ciudad. No nos daremos cuenta y McDonalds lo acabará incluyendo hasta en el Happy Meal de tus sobrinos.  

Un diseño perfecto

Se agradece que un veterano se convierta en tendencia. La calidad nunca pasa de moda, como decía el eslogan de Levi’s. Tengo claro que, si se ejecuta bien, el 'steak tartar' es un diseño perfecto. Siempre he pensado que es un invento a prueba de modas, no obstante, detecto que ya empieza a cosechar 'haters' debido a su molesta omnipresencia. 

Por lo que a mí respecta, seguiré disfrutando del 'steak tartar' de Bardeni o Mont Bar, por mencionar algunos de mis favoritos. De todos modos, en pleno abuso de la fórmula, la pregunta pesa cada vez más. ¿Sobrevivirá a esta fiebre el bueno del 'steak tartar' o como bien rezaba la canción se nos romperá el amor de tanto usarlo? Siento ser un agorero, pero me temo que nos acercamos peligrosamente a la segunda opción.

Suscríbete para seguir leyendo