Dónde comer en compañía

Los mejores restaurantes para compartir en Barcelona

La inflación manda. En las mesas ahora se imponen las guerras de tenedores. Toca socializar, que es más barato. Aquí los platos se disfrutan en equipo

textil.jpg

textil.jpg / Instagram

Òscar Broc

Òscar Broc

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se acabó lo de ir solo a restaurantes. Te sale por un ojo de la cara y no puedes probar apenas nada. Socializa, leñe, que es más barato, entretenido y agradecido. Compartir es vivir, dicen, pues reconéctate a la vida, queda con tus amigos o familiares, y acude a uno de los siguientes restaurantes, iglesias del platillo y la tapa cuyos platos se disfrutan en equipo y siempre aterrizan en el centro de la mesa. Guerra de tenedores, codazos furtivos, cruce de cucharillas, risas locas y a ver quién se come el pimiento del padrón de la vergüenza. Porque estos restaurantes son como los juguetes Mediterráneo: para compartir. Y nada de irse al lavabo cuando llegue la cuenta; aquí jugamos todos y pagamos todos también.  

1. Más allá de la cerveza

De humo y fuego

El restaurante de La Textil ha dado un paso evolutivo necesario que lo diferencia de su hermano siamés, la colosal cervecería artesana que lo precede, separada por una imponente cortina de terciopelo. El chef Pablo Lagrange aprovecha el horno de leña, la robata y la parrilla vasca para facturar platillos de entidad, con mucho fondo y pasión por el detalle. Apunta: bonito curado con agua de manzana, mollejas de ternera y entraña con chimichurri. Maridaje con birra artesana obligatorio. / Casp, 33B. latextil.beer


2. Guisos colosales

Gula en Les Corts

 Cocochas de merluza al pil pil de Punta Anguila.

 Cocochas de merluza al pil pil de Punta Anguila. / Instagram

Hecho para compartir. Con un chef al mando, César Ferrer, que factura guisos estratosféricos y te mima con toques de autor en algunos de los muchos platos que inundan la carta. Y encima, situado en pleno barrio de Les Corts, alejado del cada vez más ruidoso, sucio y molesto centro de la ciudad. En el listado de sugerencias palpita la mandanga más rotunda. El producto marca el tempo. Unas cocochas de merluza al pil pil con judías de Santa Pau por las que podría traicionar a algún miembro de mi familia. Un fricandó de carrillera de ternera que aterriza con el himno de la Champions de fondo. Una tosta de tartar de gambas con chispazos cítricos y un bombón de changurro que se come con una mano en el pecho. En Punta Anguila hay que pedir mucho y compartir más, hasta que el primer botón del pantalón ceda. Ponte los Levi’s elásticos por si acaso. / Fígols, 47. puntaanguila.com


3. Genio y finura

Japón mediterráneo

Almejas a la nipona de Kamikaze.

Almejas a la nipona de Kamikaze. /

Platillos con acento japonés y alma mediterránea. Finura y fiesta. Las manos del chef Enric Buendia dan vida en Kamikaze a una carta en la que cohabitan dos culturas culinarias distintas, pero escandalosamente compatibles. Lo ideal es pedir y pedir. Probar y probar. Y es que todo Dios querrá hincar los palillos en el tartar de gamba roja con piel de pollo frita y encurtidos –bombazo de sabor–. Nadie se querrá saltar esas almejas a la brasa con beurre blanc a la nipona. Porque el cabracho con mantequilla de ponzu es un reto para el colectivo. Y los tres nigiris de la casa –escandaloso el de rubia gallega– son pequeñas joyas que todo el mundo querrá tener en su ajuar. Por cierto, hacen vermut estilo japonés..., pero eso ya es otra historia. / Rosselló, 197. Instagram: @tabernakamikaze


4. India para barceloneses

Tapas exóticas

Dos bombas Bombay de Casa Masala, cocina india mestiza para batirse a codazos. 

Dos bombas Bombay de Casa Masala, cocina india mestiza para batirse a codazos.  /

Primero se llamó Masala 73, una de las catedrales del curri barcelonés. Ahora se llama Casa Masala y es una evolución más ambiciosa y completa que su predecesor. La idea es ofrecer una cocina india mestiza y placentera en un elegante bar del Eixample, cruzar influencias sin canguelo y jugar con una colección de tapas y platillos que hagan salivar a la parroquia cual jauría. La cocina de Kuldeep Singh es una fiesta. Las bombas vegetarianas Bombay, con salsa brava y mayonesa de curri. La pluma ibérica marinada en yogurt sobre arroz especiado. El taco de secreto ibérico al curri vindaloo con yogur y especias… Mmmm. Buena vibra, atrevimiento y mucho sabor para un recién llegado que invita a volver como pocos. / Muntaner, 152. casamasala.es


5. Mercado libre

Arroces de campeonato

Un arroz de Casa Amàlia para poner a prueba el mandoble de cuchara del personal.

Un arroz de Casa Amàlia para poner a prueba el mandoble de cuchara del personal. /

Es hora de hacer justicia a este magnífico restaurante. Casa Amàlia está pegado al mercado de la Concepció, es amplio y confortable (atención a la terraza), tiene un servicio muy profesional, y practica una cocina de mercado de muchos quilates que antepone el producto al alarde. El sabor al furor. Esto es cocina de chupetear dedos y gemir como si estuvieras en una peli porno. Hay que ir con hambre canina a la trinchera de Amàlia, porque sus tapas, entrantes y platos son un deporte de equipo. Vibramos con las croquetas de jamón con bisoñé de ibérico (amén), las almejas gallegas en salsa bagoong, los suculentos buñuelos de espinacas, el carpaccio de gamba roja (explosivo) y, sobre todo, con un antológico arroz de pato y foie por el que nos batimos a codazos. ¿De postre? El flan de la casa sí o sí. Las cucharas volarán como flechas sobre los orcos. / Passatge del Mercat, 14. casaamalia.com


6. Furor maño

Tapicas en Nou Barris

Las chistorricas de La Esquinica.  

Las chistorricas de La Esquinica.   /

Acaba de cumplir 50 años y todavía gasta la vitalidad de un adolescente. La leyenda de La Esquinica sigue intacta. La gente sigue haciendo cola y llenando este bar de tapas con alma aragonesa. La relación calidad-precio de su carta es un anzuelo infalible. Tapicas nacionales de toda la vida con buen producto, en raciones generosas y para todos los bolsillos. Llevan media vida preparando los mismos platillos y se nota: bravas legendarias; oreja de cerdo libidinosa; chocos infalibles; croquetas variadas y bomba de escándalo; unas morcillicas y chistorricas para mayores de 18… En La Esquinica una comida de trabajo puede acabar en un Full Monty verbenero. Ya lo dice el refrán: más vale maño que fuerza. / Paseo de Fabra i Puig, 296. laesquinica.com


7. Rectángulo de amor bizarro

Detroit style pizza

Pizza estilo Detroit de de Four Corners.

Pizza estilo Detroit de de Four Corners. /

En el jovencísimo hotel Hoxton encontrarás unos tochos de pizza que vuelven locos a glotones e instagrammers. El lugar se llama Four Corners y ha dado con una fórmula seductora y saciante a más no poder. Son las pizzas estilo Detroit, enormes rectángulos de larga fermentación y varios centímetros de grosor, coronados por aludes de mozzarella, salsa de tomate y todo tipo de ingredientes: albóndigas, mortadela, setas, soppressata… Esponjosas por dentro y crujientes por fuera, estas pizzas solo se las podría terminar de una sentada Bud Spencer, si estuviera vivo, de modo que en Four Corners compartir no es tanto un estado de ánimo como una necesidad. / Hotel Hoxton. Diagonal, 205. thehoxton.com


8. Atlántico-mediterráneo

Marisquería siglo XXI

La tortilla de Betanzos con bonus de Batea.

La tortilla de Betanzos con bonus de Batea. / Ferran Nadeu

Marisquería informal. Tapería marinera… Cuesta horrores encontrar una definición cerrada de Batea, el nuevo proyecto de los ideólogos de Besta Bar. En cambio, lo que resulta facilísimo es dejarse llevar por sus bocaditos y platos para compartir. Gozada es poco. La tortilla de Betanzos con bonus, las cigalitas, las colitas de rape fritas y el rol de gamba blanca convertirán a tus colegas en rivales y te obligarán a poner cuchillas en el tenedor, como la cuádriga de Mesala. / Gran Via, 605. bateabarcelona.com


9. Arriba los corazones

Platillos infinitos

Final feliz en el Bar Alegría, limbo gurmet entre bar de tapas y restaurante con galones. 

Final feliz en el Bar Alegría, limbo gurmet entre bar de tapas y restaurante con galones.  / Instagram

Tomàs Abellán ha situado el Bar Alegría (fecha de nacimiento, 1899) en un limbo maravilloso entre el bar de tapas, la vermutería, el bistró y el restaurante con galones. Se come como en los mejores sitios, pero el formato es casual y la carta sucinta, ideal para disfrutar en compañía. Sus tapas y platillos atiborran las mesas, la gente se abalanza sobre ellos como pirañas ante una pata de jabugo, los cubiertos colisionan entre risotadas y la vida te concede una tregua durante un par de horas. A Dios le agradezco que la tortilla trufada de la casa haya cruzado mi aparato digestivo. Y esa ensaladilla rusa, casi perfecta. Por no hablar del mítico biquini Abellán, un invento del padre de Tomàs, el chef Carles Abellán, que se ha imitado hasta la saciedad aquí y en la Cochinchina. ¿Y esas tostas de anchoa con mantequilla ahumada de Rooftop Smokehouse? Te costará dejar hueco para el brioche caliente relleno de helado, pero lo harás. Vaya si lo harás. / Comte Borrell, 133. baralegriarestaurante.com


10. Cocina de mercado

Valor seguro

Cuines de Santa Caterina.

Cuines de Santa Caterina. / Instagram

A pesar de las grandes dimensiones de este restaurante-jardín ubicado en el interior del mercado de Santa Caterina, el cliente y el producto son lo primero. En la carta de Cuines de Santa Caterina, valores seguros y bien ejecutados para que todo Dios pueda meter el tenedor sin remilgos. Las bravas son una locura. Y el arroz de montaña pondrá a prueba el mandoble de cuchara del personal: no se aceptan prisioneros. / Francesc Cambó, 16. grupotragaluz.com

Suscríbete para seguir leyendo