Mejor que en casa
10 templos de la comida casera en Barcelona
Los parroquianos se paran ante estas pizarras como si fueran a comulgar. Son restaurantes que te alimentan como la yaya. Los mejores platos de cocina tradicional que encontrarás a la redonda
Òscar Broc
Ha sido un verano de viajes al quinto pino y excesos gastronómicos internacionales. Atracón de 'smash burgers' en Nueva York, paladas de comida callejera tailandesa, fideos raros en Bali, pizzas kilométricas en 'hot spots' napolitanos, ceviches en Lima y bandejas interminables de sushi en los restaurantes más chic de Ibiza… Has llenado tu cuenta de Instagram con fotos cuquis de comida internacional, pero ya es hora de volver a las raíces y poner los pies en la tierra. Es hora de volver a la cocina casera y reconfortante que, después de tanto devaneo por ahí, realmente te pide el cuerpo. Puchero, cuchara, porrón. Platos tradicionales y reconocibles. En los siguientes restaurantes comerás tan bien o mejor que en casa.
1. Para mojar pan
Fricandó culé
Poco se puede añadir a la leyenda del Bar Gelida, con sus eternas fotos del FC Barcelona y una estética que no parece haber mutado en siglos. Desprende un aroma a casa de comidas que te retrotrae a los viejos tiempos, cuando los guisos eran ley y no existían las ensaladas de aguacate y quinoa. Sobrado de personalidad y falto de pamplinas, Gelida te alimenta como te alimentaba la yaya. Lentejas, cap i pota, arroz, carrillera, fricandó, canelones… Hablamos de platos contundentes, sin remilgos, magníficamente cocinados. Hablamos de desayunos y comidas potentísimas para profesionales del cucharón. Por si fuera poco, los precios se ajustan con honestidad a una carta que sibaritas, veteranos, tertulianos, vermutólogos y 'foodies' se saben de memoria. Pide un par de barras de pan, porque rebañarás cada plato hasta dejarlo más limpio que una pastilla de Finish Quantum. Diputació, 133.
2. Gloria en el encerado
Ollas populares
La gente se sitúa delante de su legendaria pizarra como si fuera a comulgar. Los platos del día que hay escritos en ella generan un dulce estado de hipnosis entre los parroquianos. En Portolés no hay menú del día, no hay carta, solo encontrarás una pizarra con un listado de recetas caseras que no te dejará pestañear. Todo lo que he pedido en mis incontables visitas a este santuario era para relamerse falanges hasta la extenuación. Escudella, calamares a la plancha, boquerones fritos, carrillera estofada, albóndigas con sepia, habas a la catalana, sesos a la romana, una espiral de viandas populares sin fin. Y todo a precios más que razonables. La terapia de choque perfecta para quitarle la tontería a tus amigos 'foodies' que dicen «branch» en lugar de brunch. Diputació, 375. Instagram: @restaurantportoles
3. Felicidad a la plancha
Asador encubierto
Ultramarinos Marín Posiblemente factura el mejor escabeche y escalivada de la ciudad. Su patata aplastada y su allioli no son de este mundo. Y me quedo corto, porque lo que ocurre en la plancha y brasa de este restaurante/asador con aspecto de bar de barrio es pirotecnia de la buena. Escondida en un reservado al fondo del local está la leña, allí manda el fuego, pero la clientela se arremolina en la barra y mesas de la entrada. Cocina casera, sencilla, pero con un nivel de excelencia al alcance de pocos. El equipo se mueve entre la plancha y vitrina con fluidez, sin acusar las estrecheces, y los platillos vuelan: todo increíble. Los pescados dilatan pupilas. El barullo es placentero y ensordecedor al mismo tiempo. Y ahora también se dedican al desayuno, atención a sus tostadas con producto galáctico. Presa ibérica, mollejas, piparras, gambas, embutidos caseros. ¿El cielo? Búscalo en este bareto irreal. Balmes, 187. ultramarinosmarin.com
4. Por la escuadra
Platos con fondo
Cambió de manos, pero no ha cambiado de espíritu. He aquí una de las casas de comidas más auténticas que quedan en Sant Antoni. Bar Bodega Gol es una bendita anomalía, un restaurante de pueblo en la zona más 'cool' de la metrópolis. Uno de esos garitos que se hacen querer. En sus fogones se incineran las pamplinas 'foodies' y se cocinan tapas y platos caseros con fondo y sabor. Es inexplicable que el Ayuntamiento no le haya hecho un monumento a su 'cap i pota'. Puedes imaginar el resto del cuento. Callos, caracoles, bacalao, fricandó, bla, bla, bla. El arsenal de comida reconfortante es abrumador. Y para más INRI, sus desayunos para adultos no tienen rival en el barrio. Parlament, 10. Instagram: @BodegaGol
5. Esplendor en el Eixample
Fiabilidad garantizada
El restaurante-charcutería Valentín es un bote salvavidas en el inmenso océano del Eixample. La veteranía de Valentín se percibe en su excelente cocina de mercado y en un menú del día en el que siempre hay un arroz de considerables dimensiones para deleite de los más glotones. La fiabilidad de esta casa es total. Paella marinera, arroz negro, fideuá, parece increíble que te puedas comer una señora paella en un menú de 20 euros que también incluye excelentes primeros, bebida y postre. Por un extra, incluso puedes pedir un pescado fresco del día perfectamente cocinado. Por cierto, tiene un menú con un chuletón de vaca madurada que desintegrará el primer botón de tu tejano. Diputació, 301. restaurantevalentinbcn.com
6. Tortilla sublime
Como en casa
¿Vamos al norte de España? Te bastará con acercarte al restaurante Norte, una de mis trincheras favoritas del Eixample Dret. Su tortilla de patatas es una sinfonía de cremosidad y sabor, una de las mejores que he probado en mi vida; el desayuno que te pide el cuerpo después de tantos huevos Benedict y boles de açai. El bocadillo de tortilla a la francesa y el de calamares también suenan a música celestial. Y si entras en materia, sus platos te enamorarán. Lo suyo es una cocina sencilla y sabrosa con reverberaciones vascas y gallegas: soldadito de sardina, ensalada de puerros, sesos de cordero rebozados, tortilla de bacalao… Y cuando refresque, llegará el plato estrella, las verduras a la gallega. James Brown no erraba: 'I feel good'. Diputació, 321. Instagram: @norterestaurante
7. Mallorca-BCN
Tradición balear
Será maravilloso viajar hasta Mallorca, sin salir del Raval. Na Mindona es un refugio de cocina casera mallorquina, platos tradicionales preparados con todo el mimo y respeto que merece la gastronomía popular de la isla. Na Mindona lleva diez años defendiendo la tradición culinaria de Mallorca. Esto es auténtica cocina casera con acento balear. Caracoles, coca de trempó, pilotes, tumbet, sopes mallorquines, lengua con alcaparras… La tradición balear se respeta religiosamente en esta casa de comidas no apta para fans de la cocina molecular. El día 6 vuelven de vacaciones. Riereta, 8. www.namindona.es
8. Vasco hasta la médula
Pintxos y platazos
Cinco minutos en Maitea y el planeta Tierra ya te parecerá un lugar mejor. En esta taberna vasca se come bien y mucho. Sus legendarios 'pintxos' pondrán a prueba los límites de tu capacidad estomacal. Y cuando te pongas a leer su carta de cocina casera vasca, en tu cabeza resonarán hipnóticas melodías de un chistulari imaginario. Huevos con chistorra, bacalao a la vizcaína, alubias con bonito, chuletón, tortilla de bacalao, un no parar. En Maitea, el producto es el amo del lugar y las preparaciones esquivan las moderneces como los vampiros el ajo. Casanova, 155. www.maitea.es
9. Bocatas galácticos
Sants en vena
Tuvo que abandonar su ubicación original hace poco, pero la tristeza ha durado lo justo. La Bodega Montferry se ha mudado cerca, no se mueve de Sants, e incluso ha preservado no solo su alma, sino ciertos rasgos de su entrañable físico. Así pues, podrás seguir comiendo, mejor dicho, engullendo sus inimitables bocadillos del día. Cada jornada, se sacan de la chistera unos artefactos que podrían reanimar a un dinosaurio en parada cardiorrespiratoria. Salchichas con cebolla y mostaza antigua. Lomo embuchado con queso. 'Bull' con crema de judías y allioli… Otro día hablamos de sus inconmensurables platos y tapas caseras, que el babero ya no da más de sí. Pasaje de Serra i Arola, 13. Instagram: @bodegamontferry
10. Cocina de otros tiempos
Raval en el puchero
Ay, esos caracoles y esa escudella, cómo me gustan. Y esos canelones 'old school' que tanto me recuerdan a los de mi abuela. Y esas albóndigas con sepia. Y esa ensalada de 'cap i pota', por Dios. Cal Estevet es uno de mis restaurantes de cocina casera de referencia. Situado en pleno Raval. Habitado por fantasmas del pasado barcelonés. Esto es cocina catalana tradicional al más alto nivel en un espacio mítico, otrora fue refugio de la bohemia catalana. Si no mojas pan en este restaurante es que estás totalmente loco. Valldonzella, 46. www.restaurantestevet.com
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