Los Señoros de la Carne

No me interesa si el chuletón al punto es imbatible. No voy a pegaros la chapa con la necesidad de reducir el consumo de carne roja. Son debates sobre los que ya han escrito firmas mucho más preparadas; está todo dicho y redicho. No obstante, este guirigay cárnico ha generado una convulsión de ranciedad que me ha dejado perplejo. La llamo la revuelta de los Señoros de la Carne… Y no es un episodio de 'Juego de tronos'. 

Hacía tiempo que no presenciaba un levantamiento tan numeroso de hombres de mediana edad enfurecidos. La carne es bastión de las masculinidad más mohosa, ojo con tocarla. Mientras escribo esta columna, un exaltado ha publicado en su cuenta de Twitter un bistec con la forma del mapa de España. Tomahwaks, chuletones, pinchos morunos, mi TL se ha llenado de testosterona y fervor patriarcal por lo vacuno. 

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José María Aznar ya anunció que no había Dios en la Tierra que le dijera cuántas copas de vino se podía beber, ¿no? Pues ningún rompetechos izquierdoso le va a decir a los Señoros de la Carne lo que tienen que comer; todavía no ha nacido la persona que les agüe sus barbacoas de verano con los colegas del club náutico. Desconozco las razones de tan poderoso vínculo, pero carne y machos alfa acostumbran a ser dos caras del mismo filete. 

Zoido con patatas

Lo más delirante de la revuelta de Los Señoros de la Carne ha sido la adhesión al movimiento de Juan Ignacio Zoido. Orgulloso y con el reflujo por montera, el bueno de Zoido ha sacado pecho carnívoro y ha posteado en Twitter una masa negruzca de carne empanada que puede provocar úlceras si la observas durante más de tres segundos. Creo que hablo por todos cuando exijo a Netflix que le ofrezca un programa gastronómico a este nuevo e inesperado ‘foodie’. 

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