Toma pan y moja

Pizza con piña y otras veleidades

Los debates gastronómicos absurdos son un circo maravilloso, como una actuación de la Orquesta Mondragón en los 80, un caos apetecible, una fiesta pagana y burlona

Pizza con piña y otros debates gastronómicos absurdos

Pizza con piña y otros debates gastronómicos absurdos / El Periódico

Òscar Broc

Òscar Broc

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el mundo de la gastronomía no todo son experiencias trascendentes, análisis socio-culturales de la comida, cocineros artistas y recetas que cuentan historias. Resulta que también hay espacio para la frivolidad, por mucho que los teóricos del comer se sitúen siempre por encima de debates pedestres que puedan restarle seriedad y épica a la cocina. “Aquí no hemos venido a jugar”, parece que digan. Anda que no.

En este terreno de la tontería gastro, se han enquistado ciertos debates que se van reactivando cíclicamente y han encontrado en la mayor fábrica de cuñados del mundo, Twitter, terreno abonado para echar raíces. La pizza con piña es sin duda la polémica reina. Pocos se resisten a ella, todos somos expertos en pizzas y en piñas. En verano nunca nos falta un episodio de la serie 'Gazpacho & Pepino', mucho mejor que 'Los Bridgerton'. “¡¡¡La tortilla de patatas no puede llevar cebolla!!!”, grita un columnista indignado. Y el público enloquece. Los mejores peinados al traste. Diablos, hay chalados mentándose a la madre en Twiiter por culpa de unos pepinillos en una hamburguesa.

La newsletter de On Barcelona

Dicen que si activas esta newsletter delante de un espejo a medianoche, se te aparece Pocholo y te lleva de fiesta. Ana Sánchez te descubre cada semana los planes más originales de Barcelona.

Suscríbete

Antídoto contra intensitos

Y yo que lo gozo. Los debates gastronómicos absurdos son un circo maravilloso, como una actuación de la Orquesta Mondragón en los 80, un caos apetecible, una fiesta pagana y burlona en un mundo, la gastronomía, que a veces se toma demasiado en serio a sí mismo. Precisamente por eso, amo las eternas polémicas de carajillo que tanto molestan a gourmets y similares. Porque son tontas, ayudan a desdramatizar y ponen en su sitio a los intensitos de la cocina, pues al final te enseñan que la gastronomía puede ser algo muuuy profundo, sí, pero también una mamarrachada absurda y divertida, como un cuesco en un entierro.

Suscríbete para seguir leyendo