TOMA PAN Y MOJA

Hasta aquí del 'tataki'

Está en todas partes, como Love of Lesbian. Puedes correr, pero no esconderte de él. El 'tataki' empezó como un capricho 'instagrammer' y sabe Dios hasta dónde llegará el virus

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Òscar Broc

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En el mundo 'foodie' se producen modas mil, como nombres tiene el miembro viril (Leonardo Dantés dixit). La mayoría no responde a ninguna lógica. Son tendencias que parecen diseñadas desde un búnker secreto por villanos hidrocéfalos al servicio de la pérfida industria alimentaria. Algunas moditas pasan fugazmente y dejan una simple cicatriz, como el tuétano: si hubiese ocupado más tiempo en la lista de grandes éxitos, nos habríamos encontrado huesos bovinos como antebrazos hasta en el 'Happy Meal' de McDonald’s.  

En el otro extremo, encontramos las tendencias que, sin hacer ruido, se aferran al sillón como si fueran concejales del PP. Platos que mutan de moda a parásito y no se pueden eliminar de las cartas ni con un soplete. Recetas supuestamente 'cool' que no solo se mantienen con los años, sino que se expanden como una gastropandemia por todos los menús. El ejemplo más abrumador es el tataki. Está en todas partes, como Love of Lesbian; puedes correr, pero no esconderte de él.   

Empezó como un capricho instagrammer y sabe Dios hasta dónde llegará el virus. En sus primeros días de reinado, no había un solo gastrobar canallita que no lo incluyera destacado en su pizarra. Esta preparación japonesa, con el atún como ingrediente predominante, te daba caché y quedaba de muerte en el feed de Instagram.

Plato de cuñado ‘foodie’

Pero el tataki no se fue, como el tuétano, el mal parido se quedó con el único objetivo de confinar nuestros paladares. Y el rebrote asusta. Ahora, en su nueva mutación, el tataki no entiende fronteras y se presenta como en un plato de restaurante con DJ, de cuñado 'foodie' con ínfulas de chef, de boda de futbolista de Segunda B. Esperemos que para el 2050 ya hayamos encontrado la vacuna. 

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