ÉXTASIS CULINARIO

10 jóvenes restaurantes de Barcelona que vale la pena visitar

Seleccionamos una decena de buenos establecimientos que han llegado para quedarse

Los guisantes con berberechos y salsa vermutera del restaurante Berbena

Los guisantes con berberechos y salsa vermutera del restaurante Berbena / periodico

On Barcelona

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Podrán no tener una larga trayectoria a las espaldas, pero han llegado a Barcelona pisando fuerte y para quedarse. Nuestro crítico gastronómico, Pau Arenós, ha seleccionado estos diez establecimientos para que disfrutes de sus platos. 

1. La Gormanda

Los mini churros rellenos con crema de setas y cubiertos con parmesano y trufa de La Gormanda sirvieron de bocina para transmitir el mensaje: «Alerta: aquí hay una cocinera con peso». Escribí sobre Carlota Claver y el restaurante que llevaba su nombre (ahora en otras manos) en el 2014 y si bien aquella fue una comida grata, no encontré los platos centelleantes de ahora. Esos churros son como las piezas de un juego: permiten múltiples farsas y asociaciones. Leer más sobre La Gormanda


2. Oníric

He vuelto al local que ocupó el primer Alkimia, que ahora se llama Oníric y es el sueño de Miquel Centelles, que fue empleado de Jordi Vilà en Vivanda y en Saltimbocca/Dopo, aquel italiano que se fundió como la mozzarella. Oníric es una taberna, palabra que junto a bodega ha regresado a nuestro vocabulario limpia de telarañas y termitas. Pequeño formato que busca la bulla y la desenvoltura, tiene en Barcelona algunos representantes de última hora, con propietarios sin canas: Pervers, Berbena, L’Artesana, Teòric, Last Monkey... El que está más cerca de la estirpe rota de los bistronómics es Cruix. Leer más sobre Oníric


3. Berbena

Carles Pérez de Rozas Canut (1987) me dice que en este micro espacio ha sentado a 23 personas: quiero imaginar dónde acomodó a la mitad. Berbena, que homenajea a la planta, son cuatro o cinco mesas y una barra en el ventanal donde tomar una cerveza mientras se espera turno. No reservan. ¿Cómo podrían hipotecar la miniatura? Leer más sobre Berbena


4. Teòric

Me saco el sombrero, la peluca y la cabellera cortada a golpe de tomahawk con la caballa con hortalizas encurtidas y emulsión de cítricos que he pescado en Teòric. Y me arranco esos postizos porque es un platazo de alta cocina en una taberna que acaban de destetar  Oriol y Teo, de 28 y 29 años. Será -a esta hora temprana de enero- una de las buenas aperturas del año. Leer más sobre Teòric.


5. Last Monkey

Last Monkey: el último mono. Así se siente, de forma irónica, Stefano Mazza, chef en la jungla de Sant Antoni. El último en llegar y con una de las ofertas más jugosas a las que he metido mano últimamente. Precio pequeño, carta pequeña, restaurante pequeño, cocina diminuta (4,5 metros cuadrados: en la oferta de trabajo pidió un 'pica', un 'lavaplatos' que no abultase demasiado). Satisfacción grande. Leer más sobre Last Monkey.


6. Cruix

Deposito (grandes) esperanzas en Cruix, en Miquel Pardo y Carlos Fernández. Hay algo ahí –mirada, disposición– que explotará como un pastel con petardos. Tienen los vicios contemporáneos (lo foráneo y vistoso como identidad), pero también las virtudes de los que han sido bien educados para sacarse las correas y desatar una culinaria particular. Leer más sobre Cruix.


7. Quatre Coses

Catedrales de hojaldre: eso es lo que ha estado construyendo Oriol Balaguer en los últimos 20 años. Su cruasán es un monumento románico. Ah, y el 'panettone', la cúpula del Duomo de Milán. Escribo esto con sobredosis de azúcar. Lo innegable es que Oriol es un 'postrero' mayúsculo –un grande de Barcelona y de Madrid, con pastelerías en ambas ciudades– que ahora prueba fortuna en el apartado de la sal con el restaurante Quatre Coses en compañía de su pareja y socia, Marta Rams, inseparables desde los días panorámicos del Talaia, cuando en el Port Olímpic se hacía la mejor cocina moderna de Barcelona. Leer más sobre Quatre Coses.


8. Capet

Al acercarme a la cocina sin tabiques de Capet, que se puede ver desde todos los ángulos de la planta baja del restaurante –completado con un altillo–, Armando Álvarez trabaja con unos espárragos blancos de gran tamaño, dedos sobre dedos, que me apetecen y que, minutos después, aparecerán en la mesa con una crema de ortigas de mar, botarga y eneldo. El tronco blanco, al dente, soporta el mar, relajado con el anisado de la hierba. Leer más sobre Capet.


9. Pervers

La 'greixonera de peu de porc', pecado balear, es un plato que responde a las intenciones del restaurante Pervers, también taberna poética, aunque el único verso al que me referiré pertenece a Neruda: 'Cebolla / luminosa redoma'. Viciosa y corrompedora de dietas, la extremidad porcina resulta esponjosa gracias a los huevos. Una comida categórica que podría destruir la nueva raza de comensales ortoréxicos, los obsesionados con lo saludable. Leer más sobre Pervers.


10. L'Artesana

Intención ya desde el nombre: L'Artesana de Poblenou, en recuerdo de la cooperativa fundada en 1876 y desaparecida en 1994. Este restaurante la reivindica con el logo, la colaboración (tres socios: Pau Pons, Héctor Barbero y Romina Reyes) y los precios populares, con un menú de 12,50 y una media de carta de 20 euros (sin bebida). Los bolsillos de los ciudadanos son ya tan estrechos que muchos dirán que asequible es una hamburguesa a 1 euro y yo responderé que la naturaleza de lo que emplatan aquí equipara aquella birriosa carne de 'fast food' al carbón. Leer más sobre L'Artesana.