LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

Bar Thonet: donde el vermut se hizo popular

Albert Ventura recupera el Torino,el lugar de entrada del aperitivo italiano en Barcelona en 1902

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PAU ARENÓS

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Lo primero que seduce del Grill Room Bar Thonet es la fachada modernista: los cristales emplomados, las maderas decoradas y sinuosas y el contundente rótulo. Inaugurado en 1902, se ha puesto en forma gracias al chef Albert Ventura y al empresario Albert Taberner, al frente del London Bar y del Bar Pastís, un hombre rescatador y fijador de la memoria. Y al que, sin duda, le agrada la palabra bar.

Flaminio Mezzalama, gerente de Martini & Rossi en España y Portugal, abrió en este lugar la primera vermutería de Barcelona y es arrebatadora la mención porque los bisnietos de sus clientes vuelven a bañarse en el aperitivo. De la oscuridad en el mueble bar de los padres al renovado brillo en los estantes.

Escribí por primera vez sobre Albert en el 2005, cuando me dio la bienvenida en el sótano en el que sigue (el restaurante Coure) y he contado la mayoría de sus aventuras, algunas triunfales; otras, tormentosas. Respecto del Bar Thonet, no es asesor, sino copropietario y esa es la garantía de la perdurabilidad.

Desde la apertura, he comido y he cenado –con el paréntesis de un mes– y he visto mayor orden en la sala: la barra de 34 metros (nuclear, el espinazo de la casa) y el comedor del fondo, sin contar el altillo, aún desocupado.

Del primer día, aplaudo el tarro de bonito con tomate (para llevar de pícnic), la caballa marinada con escabeche de lentejas (algo duras) y el mollete con secreto ibérico y queso payoyo. Y aparto el pincho de lechazo, reseco: Albert está de acuerdo y lo ha cambiado.

Son platos en los que late lo popular: «Quiero hacer algo muy nuestro, muy de aquí, ir dejando un recetario. Me interesa el modelo de la Bodega 1900». Siempre Albert Adrià dando trote a los clásicos (muchos Alberts en la crónica).

En el segundo 'round', echo un pulso al pulpo con causa y mayonesa de 'kimchi' (muy bueno) y pregunto al hilo de las palabras de Albert (Ventura): ¿no sería menos rebuscado venderlo como pulpo con patatas y mayonesa picante?

Cintia Alonso atiende con diligencia: pruebo una copa de La Traviesa 2017 y otra de Orto 2016. Me quedo con el Montsant.

Los platillos desfilan por la barra de la mano de Aníbal Ginesta, jefe de cocina. Pulgares arriba: la croqueta de pollo (no es la primera vez que lo escribo: en el podio croquetil), los buñuelos de bacalao, la escalivada con sardina ahumada (de Perelló), las albóndigas con sepia y esa tortilla de patatas poco cuajada. No incluyo la 'esqueixada' porque el bacalao está frío.

He pedido los macarrones del menú (mediodía: 15 euros) y son ricos y deberían pasar a la carta, aunque (re)pensados para perdurar. De postre, peras al vino, por si necesitaba algo ligero.

Sitio singular, decorado por Ricard de Capmany, llamado primero Café Torino, para pasar a ser denominado Petit Torino (Mezzalama trasladó el nombre al local del paseo de Gràcia), identificado a continuación como Grill Room y, en este momento, Grill Room Bar Thonet. ¿No se os ha ocurrido una identidad más larga?

El espíritu vermutero debería ser reforzado, exprimido, visibilizado. En días de éxtasis en rojo (más que blanco), ¿cómo es que no sacáis rédito comercial al kilómetro 0 del vino aromatizado?

Si no lo hacéis, se os aparecerá el fantasma (piripi) de Flaminio Mezzalama.