LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

Jiao Zi Q: duelo de raviolis hechos a mano

¿Los mejores 'jiaozi' de Barcelona? Lucha (pacífica) entre varios restaurantes. Que den su parecer los sabios de la pasta

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Pau Arenós

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Hace unos tres lustros, Liw-U dejó la ciudad de Fushun, en la provincia de Liaoning, para emplearse en una fábrica textil  en los alrededores  de Barcelona. Su mujer, Xiu-Yan, y su único hijo, Wei, recorrieron más tarde esos 9.000 kilómetros para el reencuentro bajo un cielo de bobinas. Ninguno de los tres miembros de la familia Qiu se enreda hoy con los telares industriales, sino que intentan que encajen las piezas de un restaurante que abrieron sin experiencia el 23 de noviembre: Jiao Zi Q.

He llegado hasta este antiguo establecimiento gallego alertado por Albert Adrià, siempre a punto para la exploración gastro, sean picos o simas. Un toldo con el nuevo nombre tapa un tejadillo de pizarra. Pegado al cristal de la entrada, imágenes y letras. «Ofrecemos 'jiaozi' / 'gyoza' hervidas». Y a la plancha. «Restaurante tradicional nordeste de China». Queda claro.

Según Albert, el 'jiaozi' al vapor es muy bueno y hay que probarlo. He obedecido, por supuesto, de la misma manera que hice caso a su hermano Ferran cuando me dijo que los 'dumplings' de <strong>Fan Shoronpo</strong> eran de los «mejores de Barcelona». ¿Duelo de hermanos? ¿Lucha raviolera? A la vista de los precios, lo aconsejable es probar los de ambos sitios. Que se pronuncien los sabios de la masa.

La comida fluye, pero no la comunicación, que continuará con Wei por teléfono.

La madre prepara la pasta en la entrada, a la vista, algo que da garantías, sobre todo a esos que imaginan el apocalipsis en el interior de las cocinas. También una mujer amasaba, como parte de los atractivos, en el desaparecido Nanit y varias señoras lo hacen en <strong>Gyoza Bar</strong>. En Fan Shoronpo, el japonés Keita Tanaka mueve manos de mago.

La no-decoración es tendencia y Wei reconoce que el presupuesto no daba para más (las cubiertas de la carta son las de As Vieiras). Pañuelos de papel como servilletas. Me da igual: he venido por las empanadillas.

Las viandas que las preceden están ricas, con la objeción de que los acompañamiento se parecen, con demasiada zanahoria en juliana. Tiritas de patata, mollejas de gallina, oreja de cerdo, redondo de ternera (desnudo, ¿una salsita?) y unas costillas con anís estrellado para roer hasta el hueso. Qué buenos puntos de cocción.

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Los 'jiaozi' al vapor están a la altura. Masa excelente, firme, rellenos que no trampean con los ingredientes. Una serie, con cerdo y pimiento; la segunda, con cerdo y setas chinas. Los mojo, por sugerencia de Albert, en una mezcla de soja, vinagre y aceite de sésamo.

Superan los 'guotie' de Mian, que pasa por ser uno de los mejores-chinos-baratos de la ciudad, con Chen Ji, Kaixuan y He Cheng. En un escalón superior, Out of China. Y en la punta de la pagoda, Shanghai, que añade a la oferta dos establecimientos 'dimsumeros': Kao Dim Sum y <strong>Mr Kao.</strong>

Hasta la apertura de Jiao Zi Q, Liw-U y Xiu-Yan solo cocinaban en casa. «Todo muy tradicional, muy casero, muy del nordeste», insiste Wei. Me parece suicida que sin conocimientos de hostelería hayan dado el paso. Superado el susto, el resultado merece el aplauso, el apoyo, la complicidad.

De acuerdo con Albert. De acuerdo con Ferran. Me gustan los 'jiaozi'. Me gustan los 'shoronpo'. Me gusta los paquetes que contienen regalos.