Conde del asalto

El último baile de Studio 54, por Miqui Otero

Llega Nochevieja y en la fiesta La Cava 54, inspirada en el universo del mítico club neoyorquino, habrá más gente haciendo 'voguing' que en la cola de un concierto de Madonna en 1990

Studio 54,  el famoso club neoyorquino había sido famoso precisamente por lo difícil que era entrar en él

Studio 54, el famoso club neoyorquino había sido famoso precisamente por lo difícil que era entrar en él / Adam Scull

Miqui Otero

Miqui Otero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La música disco no murió la última vez que Donna Summer cantó en directo 'Last Dance' ni la última noche que se celebró una fiesta en Studio 54, sino cuando encontraron, tiempo después, el cadáver de un tipo con corbata negra atrapado en un conducto de ventilación de la discoteca

El famoso club neoyorquino había sido famoso precisamente por lo difícil que era entrar en él. Corrían leyendas de gente vestida de alpinista intentando descolgarse desde las fachadas contiguas o de mapas secretos de las alcantarillas que permitían colarse. Obviamente, los habituales no los necesitaban: Truman Capote podía sestear en los sofás con hilillo de dry martini en la comisura, Bianca Jagger aparecer en una yegua blanca y Salvador Dalí o Dianna Ross echarse al coleto los digestivos que quisieran. Pero para el resto de mortales neoyorquinos entrar se convirtió en una obsesión.

Leyenda global

Studio 54 solo estuvo abierto menos de tres años (hasta que descubrieron, entre otras cosas, bolsas de basura con casi un millón de dólares en contabilidad Bárcenas), pero aún se habla ahora como si hubiera sonado la música allí durante 30. Antes, la música disco no era parte de un club elitista, sino de toda una subcultura de saunas y locales clandestinos (es famosa una de las fiestas, en las que se exigió etiqueta negra a los asistentes, pero esa etiqueta negra consistía en albornoces de ese color, que, obviamente, duraban puestos menos que un estribillo), pero el caso es que allí es donde se selló la leyenda global. 

Así que, pese a que la historiografía pop dice que el hallazgo del tipo con corbata en el conducto de ventilación del templo de Manhattan significó el acta de defunción de todo el asunto en 1980, la cosa no se detuvo ahí. De hecho, muy poco después abrió en Barcelona un Studio 54, que, pese a tener menos impacto global, duró muchos más años. Yo lo pisé en su última temporada, en 1997, cuando estaba de capa caída y regalaban dos chupitos (de esos de colores más fosforito que la ropa de los alpinistas) a quien quisiera entrar.

A pie, en metro... o en yegua

Pero la cuestión es que el universo 54 vuelve a renacer una vez más aquí cerca. The Hoxton Poblenou ha organizado para el día 31 un sarao bajo el título La cava 54, con Marcello Giordani a los platos (los que suenan) y otra gran variedad de platos (que se comen) en honor a la ciudad que nunca duerme. Una especie de viaje al Nueva York de finales de los 70, articulado por zonas que representarán (y evocarán con tragos y platos y temas) a los disantos barrios. De China Town a Hell’s Kitchen pasando por Little Italy. La cena acabará en el centro de Manhattan, con unos postres preparados por Christian Escribà, para luego seguir la fiesta en La Cava 54, donde habrá más gente bailando haciendo 'voguing' que en la cola de un concierto de Madonna en 1990.

Se puede ir solo a la cena, solo a la fiesta o a la cena y a la fiesta. Y la buena noticia es que no habrá en la puerta un portero que decida aleatoriamente quién entra y quién no (solo hay que pagar entrada), como hacía el de la catedral disco neoyorquina. Así que si vemos al día siguiente a algún tipo con corbata en decúbito supino será porque está durmiendo la mona, y no porque se haya quedado atrapado en un conducto de ventilación. Obviamente, se podrá llegar a pie, en metro, en bus, en taxi o incluso, si alguien lo desea y se la pide a la Guardia Urbana o a los pajes de los Reyes Magos, en una yegua blanca. 

Suscríbete para seguir leyendo