excursiones de un día

Las mejores escapadas navideñas por Catalunya

Coge el tren y pásate por pesebres vivientes, rutas nevadas y hasta una instalación donde la reforma del Constitucional vería la luz al final del túnel: un pasillo con 34 metros de luces en medio de Reus

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Abel Cobos

Abel Cobos

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Viendo la ruta te preguntarás si este ‘road trip’ lo ha organizado el mismísimo Abel Caballero. Laberintos de luces, pesebres lumínicos, bosques brillantes… ¡hasta un parque de atracciones de luces navideñas! Estas fiestas, Catalunya se ha llenado con tantas luces que te entrarán ganas de ponerte a correr a lo Carol Anne, la de 'Poltergeist'. Aunque tras estas escapadas navideñas, la única que te habrá poseído será Mariah Carey.

Primera parada, Gavà. Los jardines de la Torre Lluch (plaza de Dolors Clua, 13, Gavà) se convierten en el epicentro navideño del municipio con el Bosque Encantado, una arca de Noé futurista donde los animales están hechos a partir de luces y bombillas. Por supuesto, con zonas dedicadas a actividades familiares.

Esta instalación no es la única de la zona, ya que el castillo de Castelldefels (plaza del Castell, 1, Castelldefels) se une a las festividades con otro Bosque Encantado. Con 100.000 puntos de luz escampados por la vegetación, más que un bosque, parece la pista de carreras de Tron.

Baja hasta la capital del Baix Camp, Reus. En su nutrida agenda navideña, llena de espectáculos, ‘shows’ y talleres familiares, se incluye un plan donde hasta la reforma del Constitucional vería la luz al final del túnel: la plaza de la Llibertat acoge un corredor lumínico de 34 metros de largo que ofrecerá, hasta el 8 de enero, cuatro espectáculos diarios de música y luces. Y, en la plaza Doctor Sabater, un laberinto mágico al más puro estilo ‘Alicia en el País de las Maravillas’, cuyas paredes están recubiertas de bombillas con juegos de luces que te guiarán hasta la salida.

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Laberinto de luces de Reus. / Ajuntament de Reus

En Navidades, Cataluña en Miniatura (Can Balasch de Baix, s/n, Torrelles de Llobrega) acoge Lumagica, un parque de atracciones dedicado a las luces navideñas. Este “viaje mágico por los distintos continentes”, según explican los organizadores, se puede disfrutar con los cinco sentidos. Uno, las luces, que llenarán tu vista. Segundo, los animales, cuyas bombillas reaccionan al tacto. Tercero, los olores de los distintos continentes que invaden el recinto. Cuarto, la música que hace más inmersivo este miniviaje de Willy Fox. Y, por último, la zona de restauración, con una carta con más millas a sus espaldas que el jet privado de Taylor Swift.

Pero no todo son espectaculares sets de luces, hay formas más tradicionales de disfrutar las Navidades. Por ejemplo, yendo de excursión a Corbera de Llobregat, que acoge uno de los pesebres vivientes más antiguos de Catalunya. Representado en un entorno natural de 14.000 metros cuadrados y con 200 voluntarios haciendo de ciudadanos del Belén del siglo I, cuenta con un recorrido guiado de 700 metros donde los visitantes se sumergen en la escenografía y actúan como un figurante más.

Imagen de archivo del pesebre viviente de Corbera de Llobregat.

El pesebre de Corbera de Llobregat, uno de los más antiguos de Catalunya. / pessebrecorbera.cat

Otro pesebre viviente igual de laureado es el de Les Gunyoles d’Avinyonet, que se organiza en la sierra de Les Gunyoles (Barcelona), cuyas cuevas de piedra natural sirven de escenario para la representación teatral, y que lo convierten en una experiencia única en Catalunya. Para viajar en el tiempo ya no hace falta DeLorean, solo Rodalies.

Y en el Pirineo, la Vall de Núria, que ahora está cubierta con una frondosa capa de nieve, también se celebra la Navidad. Más allá de actividades como los cuentacuentos o el Tió, hay un plan que te hará sentir como si estuvieras en un pesebre viviente: seguro que, en su travesía de raquetas de nieve bajo la luna llena, con lo limpio que está el cielo, divisarás la estrella de Belén guiando a los Reyes.

¿Que todavía te sobran días de vacaciones? Cruza la frontera y ve hasta Bacarés. Situado en el sur de Francia, lo conocen como la Laponia mediterránea. El broche final para una experiencia más navideña que el último bolo de Lindsay Lohan. 

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