Antídotos exprés contra septiembre

Oasis urbanos donde estirar las vacaciones en Barcelona

¿El verano se te ha escurrido entre los dedos? Las vacaciones son un estado mental: estíralas en estos paraísos urbanos

imagenesnoreste Fotos 1-123562388.jpg

imagenesnoreste Fotos 1-123562388.jpg

Albert Fernández

Albert Fernández

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El correo desborda mails, pero tú solo sueñas con seguir tumbada a la bartola, tarareando «yeah-yeah. Mmm…» sobre un lecho de sacos de hielo, con un fondo de palmeras y olas. Tal vez no seas Rosalía en el vídeo de 'Despechá', pero todavía puedes vivir la vida a ritmo de bachata si buscas refugio en los oasis que ofrece la ciudad. Estira tus vacaciones a base de bares comodísimos, paraísos urbanos, escapadas al mar, locales exóticos y rincones que te transportan a otras latitudes. 

1. Templos comodones

Confort y hamacas

Cuando la rutina vuelve a fascículos, lo mínimo es ponerse bien cómodos. Hammock Juice Station (Mallorca, 308) es el sitio ideal para seguir con los pies lejos del suelo. Aquí los desayunos se vuelven ingrávidos y el 'brunch' alcanza un gracioso vaivén mientras te balanceas en una de sus comodísimas hamacas. Colgados del techo, los comensales pueden gozar de una gloriosa batería de zumos, smoothies y batidos, más infinidad de bols, bagels, tostadas y sopas con opciones veganas. Y todo eso en un ambiente acogedor hecho de plantas y mimbre. El acento que predomina tampoco es local, con lo cual la imaginación vuela y la sensación de viaje queda servida. 

Si no quieres renunciar a la santa siesta estival, en Lobster Roll Barcelona (Muntaner, 22) te facilitan un rincón para dormilones. Su Nappuccino Corner incluye dos cubículos acolchados para evadir las obligaciones y encontrarse con Morfeo. 


2. La vuelta al mundo

Viajar sin moverse

La Casa Antònia Serra i Mas, el Flatiron del Poblenou.

La Casa Antònia Serra i Mas, el Flatiron del Poblenou. /

Si sabes mirar, puedes encontrar postales lejanas en tu propio barrio. Algunos rincones de Barcelona guardan fascinantes paralelismos con otras partes del mundo. Por ejemplo, si alcanzas el final de la calle de Pere IV, podrás admirar las coloridas formas geométricas que adornan la mayoría de bajos de esa acera. Entonces te das cuenta: estás en Manchester. Los colores disparan el recuerdo de los barrios hípsters de la ciudad de Guardiola, donde encontramos infinidad de murales y estallidos policromáticos dibujados sobre el tocho inglés. Es cierto que el Poblenou profundo no es tan 'cool' como el Northern Quarter mancuniano, pero ese marco de abandono atesora fantasía. Solo mira ese rostro que asoma entre una lluvia de líneas psicodélicas en la esquina de Pere IV con Selva de Mar. Toda una invitación al viaje

Cuando huyes del vértigo de tráfico de Roger de Llúria o Pau Claris, y atraviesas con calma el pasaje de Permanyer, te transportas al Londres más exclusivo. Contemplando esas casas bajas de inspiración británica, con un pequeño jardín al pie de las escaleras, más una verja que distingue cada parcela del mundo, parece que en cualquier momento vaya a aparecer Hugh Grant o la protagonista de 'Fleabag'.

Sigue soñando y darás con travesías imaginarias por los terrenos polvorientos de México en los jardines de Mossèn Costa i Llobera, rememorarás las callejuelas peatonales de París en la Fàbrica Lehmann, o verás claramente que la Casa Antònia Serra i Mas es clavada al Edificio Flatiron de Nueva York. La vuelta al mundo en una tarde.


3. Locales exóticos

Aires cosmopolitas

Ceremonia del café etíope en el restaurante Addis Abeba.  

Ceremonia del café etíope en el restaurante Addis Abeba.   / Instagram

Otra forma de viajar sin salir de la ciudad es dejarse llevar por los ambientes facilitados de esos locales de otras nacionalidades que trufan cada experiencia gastronómica con inspiraciones regionales. Más allá de los acostumbrados japoneses e italianos, podemos ponernos exóticos hasta olvidarnos de dónde estamos en restaurantes como Addis Abeba (Vallespir, 44). Aquí realizan la ceremonia del café, un ritual que forma parte de la identidad cultural de Etiopía. Tostar, moler y cocinar el café para luego degustar los aromas etíopes no tiene comparación. El espectáculo se completa con esos platos naturales para comer con las manos, los refrescos de ginger o guayaba, y ritos africanos para la evasión. 

Tutu Vietnamese Cuisine (Clot, 31) es todo un 'tour' por Indochina a través de sus rollos, 'noodles', aromáticas especias y coloridos murales. Además, ofrecen talleres de cocina de todo el mundo. Los tablones blancos, las evocaciones boscosas y las pieles decorativas de Pappa Sven (Villarroel, 22) completan su deriva invernal con delicias suecas, y en Luna de Kabul (Carretes, 18) te quitas el calzado para viajar a Afganistán. ¿Dónde cenamos hoy, Filipinas, Corea? Todo es posible.


4. Paraísos urbanos

Floraciones secretas

El Jardí del Silenci de Gràcia.

El Jardí del Silenci de Gràcia. / Zowy Voeten

La naturaleza evoca calma y plenitud. Nuestros despliegues vegetales ocultos, resguardados del ruido y las aceras, ponen la vida en pausa incluso durante los estreses de la vuelta al cole. Perderse por vergeles urbanos como el Jardí del Silenci (Encarnació, 62) significa respirar vida y abrir un paréntesis al día. Este exuberante paraíso escondido en el barrio de Gràcia sorprende con sus más de mil metros cuadrados de verdor, y alberga actividades como sesiones de danza azteca, recitales de poesía y clases de yoga al aire libre.

Otro gran espectáculo secreto es el que depara la plaza de Sant Gaietà. Su desfile de tiestos y jarrones por donde brotan hojas y centellean infinidad de flores te mueven a hacer un pacto mudo con el lugar. Busca otros edenes olvidados en el jardín de la Casa Ignacio Puig (Quintana, 4) y al cobijo de los fabulosos frondes de los jardines de la antigua Casa de la Misericordia, en la terraza interior del bar de La Central del Raval (Elisabets, 6).  


5. Vacaciones en el mar

Navegación y golf

Charters Bcn organiza sesiones de golf en alta mar con pelotas biodegradables.

Charters Bcn organiza sesiones de golf en alta mar con pelotas biodegradables. /

El mar, el mar. Inflas los pulmones mientras buscas la línea del horizonte mecido por las olas, capitaneando una embarcación que tal vez no sea tuya, pero bien que te da para presumir en Instagram. Imagina perfeccionar ese pantallazo mental mejorando tu swing mientras apuntas a la marea. Charters Bcn organiza sesiones de golf en alta mar: un profesional te enseña a lanzar y corregir tu posición, practicando con pelotas biodegradables fabricadas con comida para peces. Fardas de barquito y de eco, mira. Para más flipadas oceánicas ahí tienes los vermuts en catamarán con música de Cenalia, o la navegación jazz & chill out en los cruceros por el litoral barcelonés de Orsom. Más a gusto que Jack Sparrow.  


6. Turismo de interior

Con otros ojos

La captura más turística de la plaza Milans.

La captura más turística de la plaza Milans. /

Tener el billete de tren reducido está genial, pero si los horarios y averías de cercanías te ponen verde y furiosa como Hulka, tal vez sea mejor redescubrir la ciudad con la mirada de un turista. ¿Hace cuánto que no levantas la cabeza para alucinar con el cielo recortado por la peculiar geometría de las fachadas en la plaza Milans? También puedes hacerte selfis en contrapicado para revelar el hexágono irregular sobre el pasaje de Sert, corredor industrial que conecta Trafalgar con Sant Pere Més Alt. Los laberintos góticos dejan estampas como los puentes de la calle de Carabassa

Revienta tu galería con estampas como la acogedora plaza de Sant Viçenç, la icónica Sant Felip Neri, o callejones cautivadores como el pasadizo cubierto de pasaje Bacardí o el pasaje Mercader, con sus aristócratas casas. Y si quieres algo más rebuscado, acércate a las frondosas paredes de la calle d’en Tripó o sigue la línea del litoral hasta divisar el viejo restaurante con forma de barco que aún reposa sobre el espigón de Bac de Roda en la playa de la Nova Mar Bella.


7. Terraceo infinito

Hotel o chiringuito

Uno de los chiringuitos entre árboles más buscados: Bar Marcelino. Vermut con vistas.  

Uno de los chiringuitos entre árboles más buscados: Bar Marcelino. Vermut con vistas.   /

Perpetuar el uso de chanclas o incluso pisar directamente con los pies descalzos en la arena puede ser otro gran antídoto contra septiembre. Los chiringuitos de playa son mini-vacaciones: vida sencilla, arena, sol y platos marineros. Aunque tengas que combinar bañador con rebequita, no dejes de transportarte a la Polinesia en la choza tropical de Vai Moana (playa de Bogatell), o gozar de los cócteles y el ambiente chill de Mokaï Beach en la playa de la Nova Icària.

Otra buena opción incluso para cuando el otoño nos devuelva al abrigo es terracear en chiringuitos entre árboles. Ascender más allá del bullicio de Poble Sec hasta el mirador excepcional del Bar Marcelino (Margarit, 85) vuelve el vermut imbatible, y conseguir silla en La Caseta del Migdia (Mirador del Migdia, s/n) es como conquistar la cima del mundo.

Jardín del hotel Alma.

Jardín del hotel Alma. / Instagram

Y qué mejor fantasía para sentirse siempre de viaje que refugiarse en un hotel. Vale, tal vez el presu no te dé para reservar una semana de habitación, pero siempre puedes plantarte estiloso cual Harry Styles por Venecia en terrazas tan sensacionales como la del Hotel Alma (Mallorca, 271). Entregarse al pulso del chill arbustivo y tomarse una, dos o tres en este salón al aire libre significa vivir a toda gustera, en unas vacaciones eternas.

Suscríbete para seguir leyendo