Conde del asalto

Todos esos bailes

La exposición 'Discoteques i llocs de trobada d’abans' se puede ver hasta el 28 de diciembre en La Farinera del Clot

Miqui Otero habla de la expo Discoteques i llocs de trobada d’abans

Miqui Otero habla de la expo Discoteques i llocs de trobada d’abans

Miqui Otero

Miqui Otero

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Es muy probable que la muerte de Franco la pillara bailando. “Bueno, es que yo ya bailaba antes de que eso pasara”, explica Lidia Gómez. Aunque requiriera movimientos similares, quizás no era tan fácil hacerlo como ahora. Imaginemos esa escena: a los 16 años era algo así como una superheroína con doble identidad. Salía de casa recatada y se cambiaba en el baño de algún bar (se ponía la minifalda de su hermana) para entrar en alguna de las discotecas

“No dejes de bailar, Dancing Kid, y vivirás más años”, dicen en la película 'Johnny Guitar'. Y ella no sólo bailó, sino que conservó un souvenir de cada baile. Y esa electricidad danzarina la aplica ahora en la documentación de todos los templos en los que las juventudes de los setenta y ochenta se sacudieron un pasado naftalínico. 

'Flyers' y posavasos

Del brillo estroboscópico de esas noches quedan ahora unas cartulinas de purpurina colgadas en las paredes de La Farinera del Clot. En ellas ha conformado collages de flyers, posavasos, logotipos y fotografías. “Every picture tells a story”, cantaba Rod Stewart. Y también lo hacen las fotografías de esta exposición, organizadas por zonas geográficas de toda Catalunya y con secciones al margen de bares donde se comía el bocadillo a toda prisa o cines donde se veía la película antes de asaltar las pistas. 

La exposición Discoteques i llocs de trobada d’abans, que se puede ver hasta el 28 de diciembre, brilla, además de por la purpurina de sus cartulinas, por el mimo 'amateur' y artesanal. Solo alguien que ha bailado tanto puede mostrar ese entusiasmo. Y por la propia intrahistoria de su preparación. Se baila contra la rigidez y no se suele bailar solo. Así que tampoco se recuerda a solas.

Más de 8.000 personas

El proyecto, que ya ha cristalizado en otras muestras, nace en un grupo de Facebook en el que participan más de 8.000 personas. No se aceptan cosas descargadas de internet, sino aportaciones personales. Es una familia bailarina. O, en palabras de su organizadora (junto a Ramón Castells), “una cooperativa de recuerdos”. Al sintagma no le falta belleza. Es como “una cofradía del estribillo” o “un escuadrón de la memoria adolescente”. 

Se puede explorar cualquier historia desde el baile. La de esta ciudad, por ejemplo. La fiestas intramurallas hasta que las derribaron, las veladas benéficas en la Casa de la Caridad, los dinner-dansants, los bailes de resistencia en los años veinte, los envelats populars, las taxi-girls, el Circo Price, el Paralelo del vino tinto con sifón…. Este relato centenario se sigue completando gracias a personas como Lidia, que cubren las últimas tres décadas del pasado siglo, con imágenes de concursos de mejores piernas y famosos del momento bebiendo en tubo y Djs con bigote y logotipos psicodélicos. 

Si los primeros textos que hay publicados sobre fiestas y bailes los tenemos gracias a los diarios de avisos (se publicaba en la prensa quién había perdido un pañuelo bordado o una toquilla), aquí lo que se usa son esos papeles que todos hemos conservado en los bolsillos después de una noche. A algunos, se nos destiñen o acartonan después de un par de lavadoras negligentes. Otras personas los guardan y, gracias a eso, esa memoria se mantiene y con esa memoria esas fotos y con esas fotos todas esas historias. Ahora que se ha anulado el ocio nocturno de nuevo, es un buen momento para visitarlas.

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