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Flux: un patio de recreo para adultos

Aquí se ven más obstáculos que en la relación de Ayuso y Casado. Flux es un nuevo deporte híbrido que combina parkour, ninja warrior y escalada en bloque

Flux, el nuevo deporte

Flux, el nuevo deporte / Robert Ramos

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Entran sudores solo de mirar. En apenas 300 metros cuadrados, se ven más obstáculos que en la relación de Ayuso y Casado. Lo hizo viral en Instagram la campeona de España de escalada Aida Torres. Su hipnotizante vídeo correteando a un par de metros sobre el suelo lleva ya más de 395.000 'megustas'. No, no es parkour, ese deporte viral en el que se corre, trepa y salta por las calles con parsimonia de Spiderman. Esto es Flux

Es un nuevo deporte híbrido que se han inventado los propietarios del rocódromo Flashh de Sant Cugat, donde se ha estrenado este experimento con zapatillas. Combina parkour, escalada en bloque y ninja warrior, esas carreras de obstáculos que han fructificado hasta en concursos televisivos. Es decir, que cualquier persona a la que no le haya picado una araña radiactiva se acaba sintiendo aquí el amigo flojeras de Richard Gere en 'Oficial y caballero'. 

“Aún faltan rutas más fáciles por poner”, te anima Gerd, uno de los propietarios de Flashh. Gerd Langhof, 40 años, “escalador entusiasta”, se resume él. Alemán con sede en Hamburgo. Allí abrió hace 13 años su primer rocódromo. Hace tres meses que inauguró en Sant Cugat un nuevo centro de escalada 'indoor'. Es lo que se lleva ahora. Hace años que se extiende por el mundo la fiebre por las alturas. Es el fondo más repetido de las fotos de postureo de Tinder. Los rocódromos urbanos se multiplican al ritmo de una plaga bíblica. Este septiembre, de hecho, Sharma Climbing abrió en Gavà el rocódromo más grande de España. Parece una metáfora del mundo pandémico: todo el mundo se está subiendo literalmente por las paredes. “Es parte de la naturaleza humana –se ríe Gerd-. Venimos de los monos. Llevamos en la sangre escalar”. 

Uno de los saltos que incluye una ruta señalizada.

Uno de los saltos que incluye una de las rutas señalizadas. / Robert Ramos

Lo que ahora se lleva es el boulder. Escalar en bloque: a menos altura, con suelo mullido en vez de cuerdas y arneses. Es uno de los condimentos del nuevo Flux. En su patio de recreo, se ven presas con las que gatear por la pared, barras y obstáculos sobre las que saltar como en el parkour callejero, cintas por las que caminar en equilibrio y anillas con las que pasearse por el aire a lo ninja warrior. El objetivo –resume su web- es seguir unas rutas sin caer al suelo. Como el clásico juego de ‘El suelo es lava’, comparan, pero para adultos.  

La idea se le ocurrió a los tres propietarios de Flashh: Gerd, su mujer y el escalador instagrammer Henry Heinemann. “La escalada está creciendo –justifica Gerd-. El parkour, también. Es muy famoso, sobre todo en Youtube. Y ya hay shows de televisión de ninja warrior”. Así que decidieron hacer un 3 en 1 viral.  

Rutas de obstáculos

“Hay un metro de espuma”, te anima Roger señalando la lava acolchada de pega. Roger Soto, 36 años, es el director de Flashh. Quien te mirará con cara compasiva mientras sufres más caídas que Ciudadanos. No se está tan mal en la lava, no. Antes de echar a correr en plan kamikace, se recomienda mirar el pequeño mapa que hay a pie de obstáculos con las rutas señalizadas por colores, dependiendo de la dificultad: rosa, amarilla, más fáciles; verde y negra, nivel pro. “La idea es llevar el concepto del bouldering –también hay rutas por colores- al mundo del parkour”, justifica. Cada semana van cambiando los obstáculos. 

La zona de Flux incluye una cinta sobre la que caminar en equilibrio.

La zona de Flux incluye una cinta sobre la que caminar en equilibrio. / Robert Ramos

Ellos lo llaman “the adult playground”. El patio de recreo de los adultos. “En el fondo no deja de ser una propuesta para divertirse”, se encoge de hombros Roger. “La idea es pasarlo bien con algo distinto”. Están abiertos –adelantan- “a hacer otros experimentos”. Los tres deportes –apunta Roger- tienen algo en común: “Equilibrio –enumera-, fuerza, verticalidad…”. Movimiento. “Queremos ser un centro de deportes de movimiento”. 

No es el único experimento en mallas que campa por Barcelona. Hace años que se practican aquí deportes que Sergio Ramos tardaría meses en pronunciar bien. En el Vallès hay un campo de disc golf: se juega al golf con discos voladores. En el Maresme, está el de fútbol golf. Hay partidos regulares de bike polo en la cancha de la Ciutadella. “Las bicis son más fáciles de mantener que los caballos”, se justifican estos jugadores. Hay asociación catalana de pickleball (tenis + bádminton + pimpón), de lucha de brazos a lo 'Yo, el Halcón', hasta de quidditch, el deporte estrella de la saga de Harry Potter. Y ahí sigue el que encabeza cada año los ránkings de “deportes más raros”: el bubble football. Hay que perseguir la pelota dentro de una burbuja de plástico. Y, sí, meten más goles que el Barça.  

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