Conde del asalto

El mejor pan del mundo

Lo venden en el Forn del Passeig, en la Rambla Fabra i Puig. Es el Mejor Pa de Pagès Català

forn del passeig

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Miqui Otero

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¿Quién no querría comerse la mejor paella del mundo? Pero, vayamos más allá: ¿quién no aceptaría comérsela en un restaurante donde prometieran que sirven la mejor paella del mundo aunque supiera que no es verdad? 

Yo, siempre que mi modesto bolsillo lo permitiera, no me resistiría a probar el mejor 'trinxat' de mi barrio, el mejor dónut de la ciudad, la mejor cerveza de mi área sanitaria, la mejor fabada de Catalunya, la mejor ratafía de España, las mejores quesadillas de Europa, la mejor agua del mundo, el mejor membrillo de la galaxia o la mejor ambrosía de la Antigüedad. Primero, porque podría ser cierto y ser una delicia. Pero, de ser mentira, porque me gustaría conocer a la persona que, entre el márketing y el delirio, por necesidad o megalomanía, se ha inventado la etiqueta. 

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Esto, claro, me podría acarrear algún que otro problema. Estos días he estado escuchando cada noche la alucinante serie documental radiofónica, producida por Spotify, sobre El Rey del Cachopo. El podcast, en ocho entregas magníficas, llenas de rigor y ritmo narrativo, analiza el auge y caída de este tipo que tanto quería liderar el neofascismo español como montar una suerte de McDonalds del cachopo gurmet y que ha acabado en la cárcel porque las fuerzas del orden encontraron el torso desmembrado de una de sus novias dentro de una maleta en una nave industrial en llamas. 

La caña mejor tirada de Europa

Por lo visto, el tipo se presentó un par de veces al concurso oficial de mejor cachopo y, no pudiendo ganarlo, se inventó el suyo. Como cantaban El niño gusano, “tengo un podio en mi casa / soy el primero cuando quiero”. Desde entonces se presentó como El Rey del Cachopo y absolutamente todos los medios de comuniación, también muchísimos clientes, compraron el título y el cachopo. No era la primera vez. En una de sus huidas (escapaba continuamente cuando se arruinaba) aterrizó en Málaga y abrió un bar donde colgó el cartel de “La caña mejor tirada de Europa”. Quién no iba a entrar ahí, incluso con ese personaje dentro, con ese reclamo. 

Quizás esta manía tenga que ver con mi infancia. Durante años compré religiosamente el 'Libro Guinness de los récords' y, además, tuve la suerte de conocer al Rey de las Tartas: mis tíos tenían un bar delante de su establecimiento, en el precioso pueblo de Mondoñedo. No sé si era el monarca de la repostería o no, pero el caso es que sus magdalenas estaban buenísimas y él era todo un personaje que acabó apareciendo en repetidas ocasiones en el 'Un, dos, tres' (equivalente en popularidad de que Ferran Adrià aparezca en 'Los Simpson'). Aún hoy a su hijo se le llama príncipe. 

El mejor 'pa de pagès català'

Pienso todo esto mientras degusto el Mejor Pa de Pagès Català. Este sí está certificado, según el Consell Regulador de la Indicació Geogràfica del Pa de Pagès Català. Lo venden en el Forn del Passeig, en la Rambla Fabra i Puig. Y muy probablemente luego dirija mis pasos a Gran de Sant Andreu, donde una pastelería promete que puedes degustar “El Mejor Xuixo del Món” (te lo sirve en una cajita blanca con letras doradas que parece de Tiffany). En el concurso, celebrado en Girona y organizado por una empresa de Santa Perpètua de la Moguda, no se permitía inyectar la crema a posteriori. Da igual que sea el mejor del planeta o no, porque iré con hambre y al menos a mí me lo parecerá. Y como con esto, en este mundo, en esta búsqueda de lo mejor aunque nos mientan, con todo.