Conde del asalto

Relatos confinados

Ellos se ven solo con mascarilla. En la duodécima cita, se la sacan y él lleva esa perilla que ella odia, esa motita de pelo a lo David Villa, como la de su ex

beso

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Miqui Otero

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En estos momentos de entreguerra, entre la posibilidad del confinamiento total y la realidad del porcentual, lo mejor es jugar a imaginarse historias, ya que no estamos como para vivir muchas. A veces me pagan por pensar, así que ayer pensaba en algún posible relato actual.

Un lector de 'On Barcelona' que ronda la treintena. Hoy ha quedado para una primera cita con una desconocida. Es domingo y todo está cerrado. Quizás ha alargado demasiado la siesta, así que sale despistado de casa porque llega tarde al encuentro son su hipotético ligue (concertado por una 'app'). La gente lo mira mal por la calle y él piensa: “¿Tengo monos en la cara”. Hasta que, a mitad de trayecto, cae en la cuenta de que lo que no tiene en la cara es mascarilla. Mira a su alrededor y todo el comercio está cerrado. En esta zona no hay farmacias de guardia. No puede volver a casa o su cita huirá cansada de esperar. Así que intenta meter su barbilla en el cuello de su jersey y aprieta el paso.

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Cuando alcanza el bar donde ha quedado con su cita (cerrado por las medidas), ella no ha llegado. Piensa en pedirle una mascarilla a los pocos transeúntes que pasan por delante mientras él fuma (fuma uno detrás de otro, porque le parece que así tiene la excusa para ir sin bozal). Piensa, de hecho, en ofrecer una cifra astronómica: tu mascarilla quirúrgica azul usada 20 veces a cambio de cien pavos. Pero ni tiene ese dinero ni el ánimo. Finalmente, en las mesas de la terraza del bar, que han dejado encadenadas a las sombrillas, alguien se ha olvidado algo. Es una mascarilla. Es una mascarilla precintada, sin usar. Es una mascarilla, precintada, con las iniciales del BBVA. Una mascarilla corporativa de un banco. Recuerda vagamente que en Tinder su ligue tenía en su biografía la frase: “Otro mundo es posible. Feminista y anticapitalista”. Duda de si es mejor quedar como un antivacunas o como un aplicado trabajador de un banco. Quizás puede decir la verdad (la cita ideal: ya que no podemos ir a un concierto ni a un restaurante, ¡busquemos juntos una farmacia porque me importa tanto la pandemia que me olvido la mascarilla todo el rato!, ¡te puedo invitar a un potito de bebé!). ¿Se la pone o no se la pone? La chica, guapísima, se acerca.

Amor perimetral

Ideas para otros relatos: 1) Amor perimetral: la triste historia de una relación a larga distancia (él en Sants; ella, en Montgat: no tienen salvoconducto de trabajo); 2) Él se ha encerrado en el lavabo y no sale desde hace media hora. Está haciendo tiempo para que sean más de las diez y así, rebasado el toque de queda, tener al menos siete horas más en esa casa; 3) Ellos se ven solo con mascarilla. En la duodécima cita, se la sacan y él lleva esa perilla que ella odia, esa motita de pelo a lo David Villa, como la de su ex; 4) Él ha salido a pasear porque finalmente sus amigos no pudieron quedar (los ve en aquella terraza de Sant Joan, los cuatro, no ha entrado en la convocatoria); 5) Idea de Perros Pandemials: alcanzada la vacuna, los perros adquiridos para poder pasear más temen por su futuro, escrito en primera persona del perro; 6) Animales mitológicos: el covid está controlado, pero los seres humanos se han acostumbrado a los 'looks' que llevaban cuando teletrabajaban por 'zoom': parecen animales mitológicos, como águilas con cuerpo de león, ya que llevan camisas planchadas, escotes y corbatas en la parte de arriba, y pantalones de pijama y chanclas abajo. Son solo ideas.

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