EL HOMBRE QUE DESAFÍA A TMB
El 'runner' de Barcelona que gana al bus, al metro y al tranvía
Es el único tipo que corre tras un autobús no para no perderlo sino para adelantarlo. David March desafía al transporte público desde hace dos años
Ana Sánchez
Periodista
En vez de “¿cómo estás?”, a ella le preguntan “¿que has hecho qué?”. No sabe cocinar, pero sí tirar hachas. Si le haces una pregunta retórica, lo más probable es que la responda. Autora de ‘Barcelona increíble’ (Ediciones B).
Solo de verlo te entran más sudores que a Ferreras tras una noche electoral. Quizá lo hayas avistado al mirar por los ventanales de algún bus. No es un pájaro. No es un avión. Es un runner que desafía al transporte público. El único tipo que corre tras un autobús no para no perderlo sino para adelantarlo. Ya ha ganado a un bus, a un metro, la semana pasada a un tranvía. El Flash de TMB.
<strong>David March</strong>, 46 años, ha sido auxiliar de bombero, funcionario de prisiones, ahora mosso. Acaba de publicar un libro de experiencias vitales entre «superhéroes sin capa», que dice él ('Entre el cielo y la tierra'). Practica atletismo desde los 13. «A nivel amateur», puntualiza. Nada que envidiar a Rajoy andando deprisa. Ha sido tres veces campeón de Catalunya de veteranos en 400 metros vallas. Llegó a ser tercero de España y sexto de Europa. Ahora hace más bien '400 metros transeúntes'. Entrena dos horas al día. Y no, no utiliza mucho el transporte público. «Voy andando», dice sin cruzar los dedos.
"El primer español en ganar a un autobús"
Se estrenó en los medios hace dos años: «El primer español en ganar a un autobús», lo bautizaron. Fue su primer reto: correr más que un bus de la línea 34. Marzo del 2018. Antena 3 le ficharía poco después para participar en el concurso de obstáculos televisivo 'Ninja warrior'.
Todo empezó como comienzan las grandes gestas de la humanidad: por una apuesta. David se lo comentó a un compañero de trabajo: «Podría ganar a un bus». Y él le animó a comprobarlo: «Estás flipando». Se puso la GoPro por montera y echó a correr con más ímpetu que Forrest Gump. La única condición que le puso: no hacer el reto entre semana. «Hay niños, mucho tránsito, el bus va más lento». Era el mundo precovid. Apelotonarse en el transporte público aún no era una actividad de riesgo.
David eligió un sábado. Línea 34. Se bajó en la calle de Manila y corrió y corrió hasta la de Girona. Cuatro kilómetros, 10 paradas. 14 minutos «esquivando gente, coches, semáforos», detalla el reto en su web con vídeo demostrativo. Y acabó en el mismo bus, con la consiguiente sonrisita del conductor al verlo entrar por la puerta.
Un fenómeno mundial: 'Race the tube'
Ganó la cena. «Un plato de pasta y una pizza», se ríe. Y ya se picó él solo: «Si he conseguido el bus, ¿por qué no el metro?». Es un desafío que se hizo viral hace años: Race the tube, lo llamaron. Esprint entre dos estaciones: sales corriendo en una parada y te subes al mismo vagón en la siguiente. Se convirtió en fenómeno mundial.
«Es el reto que más me costó –resopla David–. Estuve entrenando tres meses». Le llevó ocho intentos. Lo consiguió el 31 de mayo pasado. Domingo, 8 de la mañana. Esta vez se llevó a su hermana con otra cámara. Ella se quedó en el vagón; él se fue corriendo con su GoPro. Línea 2: bajó en Encants y volvió a subir en Monumental. Dos paradas con el reprís del Correcaminos. No llegó a cuatro minutos de puerta a puerta, incluyendo escaleras arriba y abajo y el tiempo de validar el tíquet. «La gente se quedó flipando», da fe la hermana.
El sábado pasado, David acabó de desafiar a la flota de TMB. Tercer reto: ser más rápido que un tranvía. De María Cristina a Francesc Macià. Tres paradas, 1,6 kilómetros; 4 minutos, 35 segundos, marcó su reloj. “Aún no estaba abierta la puerta del tranvía cuando llegué”, saca pecho.
¿Que por qué desafiar al transporte público? «Me hacía gracia hacerlo –se encoge de hombros–. Vi que era posible y lo hice». Y ahora, ¿qué? «Ni lo había pensado», se ríe. Un amigo le está intentando picar para competir con ascensores. De transportes urbanos ya solo le queda el taxi. «También se podría hacer –se le enciende una bombilla–. La Diagonal entera… No estaría mal probarlo».
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