INAUGURACIONES EN LA NUEVA NORMALIDAD
Un quiosco 'queer' y otros 7 nuevos locales de Barcelona que te sorprenderán
Acaban de abrir un vivero-cultural-restaurante en Gràcia, una tienda friki feminista e incluso un bosque de hadas en las Galeries Maldà
La imagen de la Barcelona vacía, esa estampa digna de 'Silent Hill', quedó atrás con la nueva normalidad. Los jabalís volvieron a la montaña, los turistas a la Barceloneta y Twitter a meterse con "el casoplón del Coletas". Pero mientras las calles reabrían, muchos negocios no pudieron levantar la persiana. En total, un 3,3 % de negocios de barrio cerró, según la Fundació Barcelona Comerç.
Uno de ellos fue <strong>Costurero Real</strong>, una tienda textil de inspiración fantástica, que, sin ingresos, fue incapaz de pagar el alquiler en la plaza del Pi. Pero gracias a una recolocación en las Galeries Maldà (Portaferrissa, 22) vuelve a abrir, “y con un interior digno de cuento”, asegura Alassie, presumiendo del árbol que han montado en el centro de la tienda, coronando la decoración de bosque de hadas. Se une, así, a la lista las nuevas aperturas por toda Barcelona cuyas ganas de revitalizar la ciudad destacan por encima de las desalentadoras cifras económicas.
No es la única inauguración en las Maldà. “Hemos abierto cuatro tiendas en las galerías después de la cuarentena”, cuenta Ismael Álvarez, encargado de la comunicación de <strong>Reino de Juguetes</strong>. Friki Puzzles, “que nació debido a la alta demanda de puzzles durante la cuarentena”, <strong>Woncandy Shop</strong>, inspirada en Willy Wonka, la <strong>Poketienda</strong>, “la primera en Europa dedicada exclusivamente al mundo Pokémon”, y <strong>Power Magic Girls</strong>, una tienda “friki feminista” dedicada a las grandes heroínas de la ficción, desde Wonder Woman hasta Sailor Moon. Una buena forma de saciar el mono friki este año que han cancelado el Primavera Sound otaku: el Salón del Manga.
La Muriel: vivero cultural y restaurante
En Gràcia, después de la alarma sanitaria, el café y galería fotográfica Mecànic cerró. Pero el local, un antiguo taller de coches, no ha quedado demasiado tiempo vacío. La compañía teatral Sixto Paz y la marisquería Lluritu acaban de estrenar su sucesor, <strong>La Muriel</strong> (Verntallat, 30), un “vivero cultural y restaurante”, como la describe el actor Pau Roca, socio y cara visible del local.
El espacio, abierto de miércoles a domingo, ofrece “cultura moderna y a la altura de la sección gastronómica, que suele convertirse en algo anecdótico en este tipo de espacios”. Aquí, la cultura convive con la restauración, no es un complemento. Actualmente cuenta con una exposición de Anna Cornudella, que irá pintando un mural durante cuatro meses, “y al final, lo borraremos, algo muy budista”, añade Roca. Después, una compañía ensayará 'La casa de Bernarda Alba' mientras los clientes hacen su vida normal. “Les ofrecemos este espacio gratis y a cambio solo les pedimos una representación y que no se asusten con las miradas curiosas”. A estos eventos se sumará una agenda con actos puntuales como monólogos, grabación de podcasts y conciertos, “entre muchas otras ideas, estamos experimentando”, concluye.
Cultura LGTBI
Por último, en el Gayxample, dos inauguraciones LGTBI. La primera, el <strong>Odd Kiosk </strong>(València, 222), un quiosco rehabilitado que va más allá de la prensa diaria, las revistas generalistas y los suvenires, como explican Iván y Txema, los creadores del proyecto. OddKiosk es, por lo tanto, un espacio para “potenciar y normalizar el arte, literatura y talento queer. Demostrar que la cultura LGTBI no solo es de noche, también puede y debe estar a la luz del día”, asegura Txema.
A las revistas y libros del quiosco las acompaña una muestra de arte 'queer', para aportar visibilidad a autores del colectivo y, además, romper algunos tabús. “Sí, algunos prints tienen contenido sexual. Pero sirven para normalizar estas escenas, que no son peor que lo que hay en la tele”, asegura Txema, al cual le da la razón un padre que, con un bebé al cuello, ojea un par de retratos, entre los que se incluye el de dos figuras abstractas teniendo sexo, una imagen que, aunque escandalice a los puritanos -“de todos los viandantes, solo uno nos dijo algo”-, no es más explícita que lo que te encontrarías en un museo de arte griego.
Se le suma el <strong>Honey Furry Bar</strong> (Muntaner, 73), cuyo nombre lo dice todo: 'honey', miel en inglés, la comida favorita de Winnie The Pooh y 'furry', peludo. Sí, es un bar de osos, esa tribu urbana compuesta por hombres gais, cuyo nexo social es ser peludos. Un espacio inclusivo listo para mantener viva la ciudad durante la nueva normalidad.
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