el museo imaginario

El búho de Rótulos Roura, "emblema" de la ciudad

El artesano de los neones Leo Villoro admira la icónica ave que preside el cruce de la calle de Mallorca, la Diagonal y el paseo de Sant Joan

Leo Villoro posa bajo la atenta e hipnótica mirada del búho de Rótulos Roura

Leo Villoro posa bajo la atenta e hipnótica mirada del búho de Rótulos Roura / periodico

Laura Conde

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Son muchos los motivos por los que el ‘neonero’ Leo Villoro -que sonríe con incredulidad cuando en entornos hipsters le denominan “arquitecto lumínico”- tiene una relación especial con el enorme búho de Rótulos Roura, que nos observa con sus enormes ojos amarillos desde lo alto de un edificio en la esquina de la calle de Mallorca, la Diagonal y el paseo de Sant Joan. Allí está desde los años 60 este búho “que además de ser un emblema de la ciudad me gusta por su estética ‘vintage’ pero contemporánea, y porque en su día fue la imagen de Rótulos Roura, una de las empresas fabricantes de neones más importantes de España”, explica Villoro, que empezó en la profesión de ‘neonero’ de manos de su padre hace más de 20 años. 

La suya es la historia, una de tantas, de pervivencia y transformación de un negocio familiar que inició su padre, quien ya en los años 60 admiraba aquel búho que coronaba la ciudad, símbolo de un gremio que en aquella época “vivía básicamente de locales de alterne y restaurantes chinos”. El padre enseñó al hijo este oficio, y durante una época Luminosos Villoro, o lo que es lo mismo, Leoncio y Leo, padre e hijo, trabajaron creando algunas piezas para Rótulos Roura, de modo que ese búho hecho de bombillas que formaba parte de la historia de Barcelona pasó a ser también parte de sus propias vidas.

“Somos pocos ‘neoneros’ en Barcelona, apenas tres o cuatro. Es un oficio difícil de aprender y no hay escuelas: hay que romper muchos cristales hasta dominarlo por completo”, explica este enamorado de este trabajo artesanal, fino y creativo que le lleva a seguir la pista de cualquier neón por el mundo. “Estados Unidos, Japón y China son muy potentes en este campo pero ciudades como Barcelona y Madrid se están poniendo las pilas en los últimos tiempos”. Tiempos que están siendo bastante más agradecidos y mucho más ‘trendy’. “Ahora nos piden neones restaurantes, tiendas, festivales… y muchos particulares, que los compran para sus casas”. Suyas son algunas piezas emblemáticas de la Barcelona actual: los rótulos de Casa Bonay, Comaxurros, Festivalet, Alsur Café, Somewhere Café...

Villoro, cuyas manos han creado escenarios tan evocadores como el de la coctelería Paradiso y el de La Santa Market, en Santa Cristina d’Aro, pasa a menudo bajo ese búho que sigue contemplando la ciudad y recordándole que tiene una profesión que es pura magia. ‘Rótulos Roura’. ‘Mágico Poder’, rezaba el cartel original antes de ser retirado: la magia de una profesión capaz de crear sensaciones y grabarlas a fuego en la memoria. Un oficio manual, delicado, sutil, que requiere tiempo, paciencia y dedicación, cada vez más apreciado por un público que, en tiempos de hiperdigitalización, “valora mucho más que antes este trabajo artesanal, algo que por desgracia se está perdiendo”.