CONDE DEL ASALTO

Homicidios para todos los públicos

si le ofreces cosas aparentemente complicadas a un niño, las va a entender mucho mejor que tú. En La Sedeta, Evripidis ha adaptado 'Medea' para el público infantil

El músico Evripidis.

El músico Evripidis. / periodico

Miqui Otero

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El sábado llevé a mi niño a ver una obra de teatro sobre una princesa...

- Ah, eso es lo bonito: a esa edad los gustos y géneros no están muy definidos, a mi niña le encanta jugar con coches y...

- Era sobre una princesa que traiciona a su familia por un tío. Para que consiga un vellocino de oro. Pero luego se fugan juntos a otro reino. Y allí el pavo la traiciona con otra y quieren desterrarla. Pero entonces ella se cabrea y le manda un regalo a la amante: una prenda de ropa que si te la pones, solo con el contacto, te mata. Y, bueno, luego también se carga a sus propios hijos y... 

- ¿Cómo?

- Sí, la prenda está empapada en veneno: "La sangre caía desde lo alto de su cabeza y se confundía con el fuego y las carnes se desprendían de sus huesos".

- Perdona, he quedado. Ya nos llamamos otro día. Tranquilo, ya pago yo, que tengo prisa...

Quizás mi interlocutor se haya levantado para llamar urgentemente a Servicios Sociales. Pero yo tengo ganas de añadir: "Eh, para, que aún no te he explicado todo". ç

Sucedió en el Centro Cívico de La Sedeta, en el marco de una jornada para niños y niñas. La obra era una reinterpretación de 'Medea', el mito ya dramatizado por Evripidis en el 431 a. C. Pero en este caso vimos una adaptación cabaretera, con piano y disfraces y chistes, a cargo de otro Evripidis, de apellido Sabatis, un músico de la ciudad (también nació en Grecia pero lleva aquí muchos años) que conozco bien y que actuó junto al talentoso ilustrador Toni Hervàs. 

Versión infantil del mito de Medea

He visto a Evripidis, un gran compositor de música pop, tocar en todos los contextos posibles. En grandes festivales, en 'halls' de hotel, en fiestas organizadas por mí en locales clandestinos. Jamás pensé que lo vería actuando en un auditorio lleno de niños, y, hace diez años, menos sospechaba que entre ellos estaría el mío. Pero fue una maravilla.

Evripidis y Hervàs repasaron el mito de Medea de la forma más pirotécnicamente divertida. El vellocino de oro era un albornoz de leopardo, Medea era Evripidis con pinturas en la cara y los aspectos más escabrosos de la historia quedaron limados. Y, así, los niños se enfrentaron a una historia truculenta de la literatura clásica tronchándose sus cajitas torácicas de la risa y bailando con las canciones de la obra.

Porque cuando Medea se entera de que Jasón quiere casarse con otra, Evripidis cantaba en directo al piano 'La boda', de Astrud ("no os caséis, no os caséis, vámonos a tomar algo"), cuando quiere transmitir de forma tragicómica su gran amor, los niños daban palmas ante una versión de 'Te estoy amando locamente', de Las Grecas, y de 'Como una ola', de Rocío Jurado. Lo insultaba con 'Rata de dos patas'. Y cuando la cosa se pone fea del todo, Hervàs y Sabatis hacían mover los, nunca mejor dicho, pequeños esqueletos de los niños tocando 'No es serio este cementerio', de Mecano.

De forma totalmente intuitiva, los mocosos le gritaban de todo a Jasón (fantasma, tonto, una niña soltó "desalmado" y otro le quería tirar su zapato) cuando se enteraban de lo mal que trataba a Medea. Y todo se convirtió en breve en una divertida clase de literatura, un taller feminista y un cabaret alocado. Dice el adagio que Dios revela a los borrachos y a los niños lo que los sabios nos ocultan. Y mientras, satisfechos, buscamos nuestro vellocino de oro (nuestra merecida copa dorada de cerveza), pensé que si le ofreces cosas aparentemente complicadas a un niño, las va a entender mucho mejor que tú.