el museo imaginario

El Eixample de Antoni Rovira que no pudo ser

Albert Twose, arquitecto y coleccionista de baldosas hidráulicas modernistas, reivindica el mapa que proyectó su colega. Está en su plaza

Albert Twose, ante el mapa del Eixample de Barcelona que propuso Antoni Rovira, en la plaza que lleva su nombre.

Albert Twose, ante el mapa del Eixample de Barcelona que propuso Antoni Rovira, en la plaza que lleva su nombre. / periodico

Laia Zieger

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Cuando lo ves, te parece un señor entrañable del barrio que te invita a sentarte a su lado. Pero cuando descubres la historia de esta estatua de bronce, te cae aún más en gracia. Hablamos de Antoni Rovira i Trias (1816-1889), popular arquitecto en su época que ganó el concurso para concebir el Eixample, proyecto finalmente otorgado por el gobierno central a Ildefons Cerdà.

Si este último se hizo célebre, Rovira pasará a los anales por otras obras arquitectónicas como el mercado de la Concepció y el de Sant Antoni, entre otros, y por la plaza que lleva su nombre (también conocida como la plaza de los Tres Senyors). Se encuentra entre las calles de la Providència, de Rabassa y del Torrent de les Flors, en pleno barrio de Gràcia, y alberga la susodicha escultura sentada en un banco público frente a un plano en el suelo que descubre cuáles eran sus intenciones para aquella nueva Barcelona. Una idea en cierto modo similar a la de Cerdà, pero que consistía en un ensanche radial –que no cuadriculado, como es actualmente– para unir el centro histórico con los que entonces eran pueblos: Sarrià, Horta y Gràcia.

Estamos en la plaza de Rovira frente a este mapa por expreso deseo de Alberto Twose, arquitecto de 37 años que no solo se siente vinculado a este lugar porque aquí tiene su estudio (two-bo.com) y comparte oficio con el homenajeado, sino porque, además, siente "especial cariño" por él, ya que fue "el gran olvidado del Eixample y su mérito puede descubrirse aquí".

Además, Alberto le debe a él y a Cerdà una pasión y un oficio: colecciona las baldosas y mosaicos hidráulicos de la era modernista de Barcelona. Esta labor de rescate empezó en el 2009 de forma fortuita. "Estaba haciendo una obra y cogí un par de piezas que me parecían bonitas y se iban a tirar. Días después, paseando por la calle, vi un contenedor lleno de mosaicos y me los llevé a casa. Entonces, empecé a fijarme cada vez más y, como entonces no estaban de moda ni se valoraban, se encontraban muchas piezas por el Eixample". Junto a sus socios, crearon la cuenta de Instagram @rescued_tile_bcn, donde exhibe sus descubrimientos.

Además de reaprovechar muchas piezas en obras y mobiliarios, recopilan las fotos, lugar de origen y fecha de construcción del edificio de donde procede cada modelo en un enorme catálogo que se ha convertido en una biblia de las baldosas modernistas de la ciudad. "Son centenarias, llenas de color y de diseños diferentes, que están profundamente ligadas a la expansión de Barcelona. Sin el Eixample ni la construcción de tantos edificios, nunca habría habido tanto mercado de este material". 

Por cierto, ¿te imaginas dónde conserva su colección? En un sótano de la misma plaza, con el Rovira de bronce montando guardia justo encima. Casualidades de la vida.