MODA

'Leopardiza' como quieras

El estampado de leopardo se ha abierto paso definitivamente en la indumentaria masculina tras estar proscrito durante décadas

Keith Richards (izquierda) y Kurt Cobain (derecha), dos de los 'chicos malos del rock' que se han atrevido con el leopardo.

Keith Richards (izquierda) y Kurt Cobain (derecha), dos de los 'chicos malos del rock' que se han atrevido con el leopardo. / periodico

Núria Marrón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“Si eres razonable y dulce, no es para ti”, decía Christian Dior del animal print, un estampado con connotaciones sexis, salvajes y callejeras -ahí está, si no, Jane Mansfield yendo de compras con tacones y su leopardísimo biquini-, y al que le ha costado decenios salir de la indumentaria femenina.

Antes de colarse en la moda, el pelaje animal había sido un signo de dominación: las alfombras otorgaban estatus en los palacios y los cazadores creían que absorbían el poder de la fiera. De hecho, la primera vez que el estampado saltó al mainstream fue en formato unisex: Johnny Weissmuller y Maureen O’Sullivan lucían taparrabos de animal print en Tarzán de los monos (1932), mientras se desplazaban de liana en liana y él profería gritos selváticos.

Una relación problemática con el armario masculino

Con aquel precedente, no es de extrañar que la relación del estampado con el armario masculino haya resultado problemática. El hecho es que, durante décadas, con el 'animal print' -patrimonio de las señoras feroces- solo se habían atrevido los chicos malos del rock y la disidencia de la sagrada virilidad. De acuerdo -decía el estribillo general-, Keith RichardsDavid Bowie y Kurt Cobain lo llevaron con actitud, ¿pero no haré yo el ridículo yendo de leopardo a la oficina?

Sin embargo, desde que el estampado infeccioso desborda la pasarela y la calle, los prescriptores del gremio quitan el susto recomendando que a) se deje para los detalles y b) se use solo de cintura para arriba. Aun así, desde este rincón animamos a que cada cual leopardice a voluntad. Al fin y al cabo, no hay idea más sugerente hoy en la moda que la que está rasgando las viejas reglas del género y del gusto.