CONDE DEL ASALTO

Risa en los sótanos

"Cuanto peor le va a Catalunya, mejor nos va a nosotros", subraya el presentador un 'stand-up'. El humorismo siempre ha pescado en la tensión

zentauroepp50575097 onbarcelona abel  soterrani191025170640

zentauroepp50575097 onbarcelona abel soterrani191025170640 / periodico

Miqui Otero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Leí en un estudio que cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, la afluencia de público a los clubs de monólogos cómicos subió un 10%. Y esa risa fue sana, mejor que la terapia que había propuesto el alcalde de Nueva York con aquel 'go shopping!'.  Una carcajada libera mucho más que la compra de un jersey en Zara. Ya lo dejó escrito Vonnegut: "Ante una desgracia uno puede reír o llorar. Yo prefiero reír porque así luego no tengo que pasar la fregona".

Algunos de aquellos cómicos se emplearon a fondo después del 11-S. Louis CK, por ejemplo, planteó que la bondad de una persona se podía tasar por el tiempo que había tardado en masturbarse después del choque del primer avión. "Yo, hasta que se estrelló el segundo", quiso aclarar él. Se le tiraron encima, aunque no tanto como más adelante, cuando se descubrió que algunos de sus chistes eran material demasiado autobiográfico.

En la introducción de su serie televisiva, Louis CK baja a un sótano, el Comedy Cellar, después de comer una pizza con gesto aprensivo y de pasear por las calles al ritmo sexi de una canción disco que le susurra: "Louie, vas a morir". Y en otro sótano barcelonés, el del Hotel Casa Gràcia, una sala abarrotada se muere de la risa cada semana con 'El soterrani', donde una broma (me lo invento) podría ir tranquilamente de eyacular precozmente entre la declaración y la suspensión de la independencia.

Si este club semanal de 'stand-up' en catalán de órbita indepe funciona es precisamente porque dispara sobre las convicciones de unos y otros, siendo unos y otros, en época de monotema, el procesismo más folclórico o el unionismo más cenutrio. Los cómicos y cómicas que se pusieron ante el micro tenían algo en común, que el presentador, brillante, se encargó de subrayar: "Cuanto peor le va a Catalunya, mejor nos va a nosotros".

Joel Cockburn, por ejemplo, reflexionó sobre la fama que le ha granjeado salir en TV-3. Puede no ser tanta (es probable que no firme más autógrafos que albaranes), pero sí la suficiente: "Y la diferencia entre Rosalía y yo es la que hay entre alguien que se pone a subir una montaña y va preparadísima con ropa de escalada y yo… que es como si lograra subirla en chanclas y fumando Ducados". Quizás la (tronchante) imagen me impactó especialmente, porque es cierto que yo soy un 'pixapins' que desempolva sus chirucas Decathlon hasta cuando se da un paseíto por Vallvidrera (en mi descargo, hay hierba y algo parecido a un estanque, aunque, sí, hasta la señalética es la misma que la del Eixample). Pero entendí que él hablaba de triunfar, sea lo que sea eso, un poco a tu pesar y como síntoma de que algo falla o fallará pronto.

Humorismo en la tensión

Humorismo en la tensiónEste humorismo siempre ha pescado en la tensión. También bajaba a un sótano 'La divina comedia', cuando se rebasaban los valores de la Edad Media. Y Moliere cuando Luis XIV y la 'sick comedy' en los 50 y más cafre aún en la contracultura. El primer monólogo, de hecho, fue el de Mark Twain, que se levantó en una sobremesa y soltó, ante un montón de patriotas, que EEUU no había avanzado gracias al ferrocarril ni a los valores de los fundadores, sino al whisky.

Escribo esto, bendiciendo un quinto Estrella y con un helicóptero sobrevolando este bar chino llamado Rias Baixas. Así que todo esto de reír en el desastre puede desmadrarse aún más en los próximos días, al punto de invalidar la idea. Espero equivocarme y saber reírme de mi equivocación.