el museo imaginario

Merendero de la Mari y el Port Vell, un lugar para desconectar

La realizadora Bárbara Barberà encuentra "paz" en este restaurante donde disfruta de su cocina tradicional y de las vistas sobre el frente marítimo de Barcelona

Bárbara Barberà

Bárbara Barberà / periodico

Ferran Imedio

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Bárbara Barberà debilidad por las azoteas. "Me gustan porque imagino historias a partir de la gente que veo desde allí". Pero como no vive en un ático, debe conformarse con las terrazas de los hoteles donde tomar algo. Así que las visita cuando puede, menos de lo que en realidad quisiera. En cambio, tiene más a mano un rincón que también ofrece buenas vistas, que le llena de "paz" y que, además, le encanta: el restaurante Merendero de la Mari (plaza de Pau Vila, 1), desde donde contempla el horizonte del Port Vell, el paseo de Colom y la montaña de Montjuïc.

Y desde donde asiste al ir y venir de personas que tanto le hacen fabular historias. Porque a ella, realizadora y productora audiovisual en la actualidad y modelo en su juventud, lo que le gusta, es eso. Y plasmarlas luego en una pantalla. Lo hace en la empresa familiar Barberà Films. Mango, Nike, Lancaster, Hugo Boss, Rimmel London, Victorio & Lucchino, Wella y Max Factor son algunas de las firmas con las que trabaja o ha trabajado Barberà, especializada en filmes publicitarios de moda y belleza.

Igual que sus padres y su abuelo

No es casual que elija Merendero de la Mari. Sus padres y su abuelo eran habituales del establecimiento cuando este se ubicaba en la playa. "Iban cada domingo", recuerda. "Iban muchos artistas, actores, realizadores como mis padres...". Con la llegada de los Juegos Olímpicos, el restaurante se trasladó al Palau de Mar, y hasta allí siguieron yendo.

Ella continúa con la tradición. "Primero, porque estar aquí me sirve de desconexión, parece que esté fuera de la ciudad, de vacaciones. No hay coches. Y segundo, porque me gusta mucho comer. Pero cocina tradicional y mediterránea, no las modernidades que se hacen ahora y que están muy bien para ver", confiesa. 

Por eso disfruta probando el llamado Rape Mari con 'fideuà' ("lleva on una muselina de 'allioli' gratinada al horno") y los paquetitos, cuya pasta filo envuelve la crema con vainilla del interior ("es una explosión en la boca de contrastes, del caliente y crujiente de la pasta recién frita con el frío y cremoso del relleno"). 

Lucecitas de noche

Tanto le gusta este sitio que acude a comer cada domingo aunque alguna noche se deja caer por allí. "También tiene mucho encanto gracias a las lucecitas de los edificios y los barcos", comenta la realizadora, que suele encontrar inspiración en la mesa del restaurante y en la terraza, mientras toma una cerveza, prueba unas tapas y pierde el oremus con el guacamole ("¡soy adicta al guacamole!").

Y, mientras ve la vida pasar ante sus ojos, confirma que "la cocina es como el proceso del montaje de una película: coges cosas de aquí y de allá y con ellos construyes algo".