EL MUSEO IMAGINARIO

Los semáforos de la calle Urgell, luces con aire 'vintage'

Hèctor Claramunt, director y guionista de series y obras de teatro, se pone nostálgico cuando habla de estas reliquias del tráfico, que todavía funcionan

Hèctor Claramunt

Hèctor Claramunt / periodico

Ferran Imedio

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Hèctor Claramunt jamás había mantenido una charla a propósito de los semáforos. "La verdad es que me preocupan bastante poco. Solo les hago caso cuando conduzco", avisa el director y guionista de series como El crac (TV-3) y de obras de teatro como Escape room –ambas, con Joel Joan­­–, que también ha colaborado en el libro de Ferran Folch Ficció: com crear, vendre i escriure una sèrie. Pero así es la vida: cuando le pedimos que elija algo de Barcelona para nuestro museo imaginario, propone los semáforos vintage que dan un aire retro a los cruces de las calles de Urgell con Londres y con Buenos Aires. Y, entonces, no tiene más remedio que abordar el apasionante mundo de los semáforos y sus sincronizaciones, entre otros temas. "Debe de ser una ciencia", dice arqueando la ceja. Una charla excepcional, en fin, para unas señales excepcionales: las únicas en toda la ciudad que son tan antiguas y están plantadas en medio de la calzada.

"Los recuerdo desde que nací, porque de pequeño vivía enfrente de ellos. Y pese a estar ahí, en el centro, no recuerdo que nadie chocara con ellos", comenta Claramunt, que en octubre estrenará El pare de la núvia en el Condal, en noviembre llevará Escape room a Madrid y en diciembre volverá con esta obra al Goya barcelonés. "Siempre decían que los iban a quitar porque son un elemento decorativo, ya que cada esquina tiene su semáforo, pero al final se han quedado, supongo que por su valor histórico. Los restauraron y, oye, van bien", explica encantado de que ahí sigan ("me daría pena que los retiraran porque la calle perdería su identidad") y de que se hayan modernizado con luces de leds. "Me parece muy bien que sean históricos, ¡pero deben ser ecológicos!".

Ecos de otra época

Pero por muchos leds que tengan, mantienen ese halo que retrotrae a un pasado lejano. "Me mola mucho la nostalgia que siento al encontrar cosas que están igual que cuando las conocí de niño. Y estos semáforos los veo en blanco y negro porque pertenecen a otra época". A Claramunt le gustan tanto que los usaría para una escena de alguna película o serie. "Es una localización chula. Aunque sea para una escena del culebrón del mediodía, le da un rollo especial", analiza después de haberse subido a su pedestal para hacerse la foto que ilustra esta entrevista. "La verdad es que he notado un cierto subidón al sentirme poderoso como si fuera un agente al que los coches le hacen caso", sonríe.

Antes de irse, quién sabe si realmente fascinado por el mundo de las señales luminosas o simplemente con ganas de reír un poco, Claramunt se despide con una última aportación "a lo Forrest Gump": "La vida es como un semáforo, a veces se te pone en verde y a veces en rojo. Se trata de saber gestionar ese tráfico".