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Esas noches que van sobre ruedas

La Associació de Patinadors de Barcelona organiza rutas nocturnas los viernes. Las hay para todas las dificultades, desde novatos hasta aspirantes olímpicos

Ruta nocturna sobre patines

Ruta nocturna sobre patines / periodico

Abel Cobos

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A lo lejos divisáis una multitud. Vais de cara, sin frenar, como el coche de Esperanza Aguirre ante un control policial.  Pero no hay ninguna tragedia. En cuanto os acercáis, los viandantes se apartan como si fuerais Moisés abriendo las aguas. Todos los que forman ese improvisado pasillo te animan, te saludan y lo graban todo. Si no fuera porque vais en patines os sentiríais como Lance Armstrong en el Tour de Francia.

Es viernes por la noche y, junto a un centenar de patinadores, estás en una de las patinadas nocturnas por Barcelona. "Hoy iremos por el puerto, subiremos por el Raval, cruzaremos el Gòtic hasta Glòries y bajaremos de nuevo la Vila Olímpica, el punto de inicio", dice María, miembro de la APB (Asociación de Patinadores de Barcelona), organizadores de la ruta. 

Ella es una de los más de diez 'stoppers' que hoy acuden a la cita. Equipados con chalecos amarillos, son los encargados de hacer segura la ruta de los patinadores, cortando el tráfico. Si los viera Macron, le entraría un sudor frío. "Esta noche tenemos que ir con especial cuidado, porque como cada primer viernes de mes, hacemos la ruta fácil, por lo que hay muchos novatos".

"¡No os quedéis atrás!"

Faby Broc, la presidenta de la APB, da el pitido de salida. Empieza la ruta. Todos salen en masa, patinando al unísono, seguidos por una mujer en chaleco naranja. "Soy la cola. Me encargo de marcar el final de la fila para que nadie se quede atrás y vayamos todos juntos", explica. En cuanto empiezan a cansarse los más novatos, se pone dura. "¡Venga, venga! ¡No os quedéis atrás!", grita a los rezagados con más ímpetu que una profesora de zumba.

Se da por aludida Sofía, que mueve las piernas como Bambi aprendiendo a andar. "Llevo un año. Me apunté porque me encanta la velocidad", afirma solemnemente desde el final de la cola. En el extremo opuesto está Javi, un veterano. Lleva 26 años patinando, "desde el 92". Ahora hasta ha apuntado a sus hijas a la asociación para que sigan sus pasos. "¡Si pueden pillarme, claro!", dice mientras se aleja patinando. En un segundo coge tanta velocidad que si fuera una carrera la acabaría antes que Pablo Casado.

La fauna patinadora es muy variopinta. Hay amigos, parejas, gente sola, familias, ancianos, jóvenes. "Siempre tenemos un poco de todo", asegura Broc. Incluidos, por supuesto, los que vienen a lucirse: un chico de unos veintipocos salta una basura; otro, un bolardo, un tercero intenta saltar un banco pero se da un batacazo más fuerte que la libra tras el 'brexit'.

No es el único incidente. Durante las dos horas de duración hay algunos altercados. Coches que no quieren parar, viandantes que se cruzan y hasta personas que les tiran latas o piedras para que tropiecen. "Son cosas que pasan, pero para eso estamos los 'stoppers'", añade María tras frenar el paso a una moto que no tenía ánimo de parar.

Clases gratis

Dos mujeres llevan toda la ruta charlando. "Nos hicimos amigas patinando", dice Silvia, la más habladora. "Ahora utilizamos estas rutas para ponernos al día". Sí, han decidido cambiar el típico café pendiente con tus amigos por una pendiente de verdad. Pero aunque vengas solo "no es difícil socializar", añaden. Al poco de empezar, ya te han hablado más de cinco. Aquí cualquier conversación va sobre ruedas.

La ruta es fácil y asequible para novatos, así que nadie debe temer por la intensidad física si se quiere apuntar. Por supuesto no es la única, y también las hay para más expertos. "En la web tenemos el calendario actualizado", añade Broc. Pero si tu problema es que cuando te pones sobre unos patines pareces Uma Thurman bailando en 'Pulp fiction', no sufras, asegura. "Tenemos clases gratis todas las semanas para que aprendas a patinar". No hay excusa.