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Un socorrista solo salva a los bañistas si antes condenan el racismo

La actualidad del mañana de Barcelona

Socorrista

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Socorrista playa Somorrostro

Sin duda, el socorrista que trabaja de tres de la tarde a nueve de la noche en la playa barcelonesa del Somorrostro se merece un verde como una catedral. Este joven está tan concienciado con la integración de las minorías que se niega a rescatar a los bañistas hasta que no condenen firmemente el racismo. Incomprensiblemente, el joven asegura que al menos tres de cada cinco ahogados se niegan a hacerlo, obligándole a dejar que se hundan. Incluso el socorrista reconoce que algunos bañistas fingen haber entrado en parada cardiorrespiratoria para no cumplir con sus exigencias. Sin duda, el racismo adopta muchas formas y, por suerte, ahora gracias a este socorrista muchas de ellas se ahogan diariamente en la costa barcelonesa.

Restaurante La Cocina del Pepón

Esta semana se ha sabido que la estrella Michelin que tienen en realidad la robaron de la puerta de un restaurante cercano que tenía dos estrellas Michelin. Según muestran las cámaras de seguridad de la calle, los dueños del restaurante arrancaron la estrella utilizando una ganzúa y después la colocaron en su establecimiento.

Partido de voley-playa en Bogatelle

Aplaudimos esta buena iniciativa de un grupo de personas que se encontraba pasando el rato en la playa barcelonesa del Bogatell de crear un partido de voley playa totalmente inclusivo. Los dos equipos estaban formados por personas de diferentes etnias, intersexuales, gente con operaciones de afirmación de sexo, personas con discapacidades intelectuales y congénitas, y también por personas con problemas de salud mental. El único problema es que se excluyó a personas con ceguera y a personas desprovistas de brazos.

Bar Guau Guau

En este local dog friendly, el 60% de la plantilla está formada por perros. Incluso los camareros humanos se han tenido que injertar colas en el trasero para no hacer sentir incómodos a los clientes que entren con sus mascotas. Cada vez que reciben una propina, mueven la cola con entusiasmo dando la sensación al cliente de que se encuentra en un local realmente amistoso.

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