CIUDAD ON

Abrazos gratis

Hay quedadas todas las semanas para abrazar a desconocidos. "Lo necesitaba", dice una mujer más emocionada que Theresa May dimitiendo

Abrazos gratis

Abrazos gratis / periodico

Abel Cobos

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Cruzas con prisa la plaza del Bonsuccés (Ciutat Vella), con los cascos puestos y los ojos perdidos en la pantalla del móvil. Se te acerca un tipo con la típica sonrisa de captador de oenegé, haciéndote un gesto para que pares. Automáticamente te sale decirle que no tienes tiempo de pararte a firmar su petición, sea para salvar al lince ibérico, para erradicar el plástico o para que renueven Hospital Central. Pero para tu sorpresa, no te ofrece nada de eso. Equipado con un cartel de "'free hugs'", solo quiere darte un abrazo

No es el único altruista amoroso de la plaza. Es sábado y, como ocurre desde hace dos años, un grupo de personas se reúne en este concurrido punto de la Barcelona más turística con el único fin de repartir amor a todos los viandantes. Son las 17.30, hora de la quedada, y ya hay ocho personas. "Hemos llegado a ser 20", explica el organizador, David Carballo, 46 años, mientras espera que lleguen todos los asistentes que se registraron en Meetup, la red a través de la que se coordinan los eventos. 

La mayoría ya se conocen, solo hay dos caras nuevas. Sin previo aviso, para romper el hielo con los bienvenidos, se arriman todos en un abrazo conjunto. Al principio, los novatos se quedan quietos, sin saber qué hacer: de golpe les rodean más manos que al tarro de arcilla de 'Ghost'. Técnica de la inmersión. "Así, si te has olvidado de cómo se abraza, te lo recordamos", responde David con humor.

Tras una breve ronda de presentaciones, se reparten carteles de abrazos gratis en castellano, catalán e inglés y se dispersan por la plaza. "Estamos aproximadamente una hora abrazando", hasta que los brazos se quedan tan cansados que parecen salidos de pilates. En cuanto alzan los carteles, se posan todas las miradas en ellos. "Sonríe, mira a los ojos, abre los brazos y se pararán a abrazarte", aconseja David. 

Con el primer abrazo te sale la vena Sheldon Cooper, pensando si es un error dejar entrar a un desconocido en tu espacio personal. Rápidamente se te pasa y te invade un sentimiento de ternura. "En una ciudad que va tan deprisa, pararse y mirar a los ojos a los desconocidos, sonreír y abrazarles es terapéutico", explica uno de los más veteranos.

Una experiencia única

Es una experiencia única, tienes conexiones durante medio minuto con personas con quien nunca habrías hablado. "Una forma más íntima de conectar en la sociedad de las redes sociales", añade. "Es muy bonito esto que hacéis", dice una mujer después de recibir un abrazo. "Gracias, lo necesitaba", asegura otra, muy emocionada, mientras pone la misma cara que Theresa May después de dimitir. 

"¿Te estás muriendo?"

Las reacciones son muchísimas. Aunque algunos se lanzan corriendo a tus brazos como una pareja reencontrándose tras un Erasmus, también están los que te miran con más desprecio que Errejón a Iglesias. "No, no me interesa", rechaza un hombre. "¡Pero si te salen gratis!", le responde David sonriendo. Inmediatamente después pasa una pareja, que también niega con la cabeza. "¡Ya le tengo a él para abrazar!", grita mientras se agarra al brazo de su marido con más fuerza que Pedro Sánchez a la presidencia. 

Eso sí, lo que más escuchan es una pregunta: "¿Por qué dais abrazos?", le dice a David un anciano, más confundido que cuando su nieto le enseñó a usar internet. "¿Acaso necesitamos una excusa para abrazar?", responde por cuarta vez en menos de media hora. Aunque la mayoría se cruza de hombros, no a todos les satisface esta respuesta. "Pero, dime… ¿te estás muriendo?", le insiste una mujer, afligida. "No" -asegura riendo-, solo creo que nos hace falta abrazar más".