MUSEO IMAGINARIO

El museo del Antic Car Club de Catalunya

El empresario Javier Tulla, uno de los que más vehículos clásicos y de colección vende en toda España, recomienda la visita al garaje de esta organización, que guarda medio centenar de joyas históricas rodantes

El museo del Antic Car Club de Catalunya

El museo del Antic Car Club de Catalunya / periodico

Ferran Imedio

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Es posible que muchos aficionados a los coches clásicos y de colección desconozcan la existencia de este espacio escondido en un sótano de la Via Augusta, 182: es el garaje donde duermen medio centenar de joyas rodantes propiedad de socios del Antic Car Club de Catalunya. Está abierto al público un par de días a la semana. Hasta ahí nos lleva Javier Tulla, "broker" de este tipo de vehículos, acaso el que más compra y vende en toda España a través de su concesionario, Vico. Un lugar fascinante que se puede visitar de manera gratuita cada martes y cada jueves de 17.00 a 20.00 horas, aunque también pueden ir particulares o grupos en horas convenidas si llaman antes al 93 209 55 23.

Un breve paseo por allí permite ver –pero no tocar­­­– automóviles de ensueño, algunos con casi un siglo de existencia y otros más modernos (deben tener al menos 25 años de antigüedad para ser considerados históricos). Hay ejemplares de Rolls-Royce, Bentley, Ferrari, Fiat, Alfa Romeo, Talbot, Maserati, Cadillac, Jaguar, Chevrolet, Buick, Hispano-Suiza, Renault... "Este museo se montó en 1981 como agradecimiento a Barcelona. No hay nada igual en la ciudad", asegura el empresario, que durante los años 90 y principios de los 2000 fue uno de los relaciones públicas más exitosos de la noche barcelonesa.

Coches, un bar, una biblioteca...

Son 300 los socios de este club, pero aquí solo caben 50 vehículos porque el resto del espacio está destinado a un bar-restaurante donde tomar algo, una biblioteca sobre el mundo de la automoción ("la más importante de Catalunya") y una sala de juntas. En ella se deciden las actividades que se montan, como las salidas en grupo para asistir a ferias o participar en ralis de época (han llegado a ir a Moscú). También coorganizan el emblemático Barcelona-Sitges. Es entonces cuando las máquinas despiertan de su aparente letargo y reviven un pasado que, por unos instantes, parece que fue mejor.