CIUDAD ON

Entrena volando en Barcelona

Aquí te enseñan a hacer el Superman aunque estés de capa caída. Dicen que es «el futuro del 'fitness'». 'Bungee up', se llama. Quemas casi tantas calorías que al criticar el final de 'Juego de tronos'

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Ana Sánchez

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Estiras el brazo izquierdo apuntando al cielo con deje de superhéroe en prácticas. Coges carrerilla, das un par de zancadas y subes la rodilla derecha para completar la pose de cómic. ¡Hop! Un saltito y echas a volar con más reprís que el súper pactómetro de Ferreras. «¡¡¡Superman!!!», grita la profesora. Es lo primero que te enseñan aquí, aunque te hagan cambiarte en vestuarios en vez de en cabinas telefónicas. Terminarás haciendo equilibrios en el aire a lo Tom Cruise en Misión: Imposible

Esto es Bungee workout. «El futuro del fitness», lo llaman. No sabrás si tomarte una bebida energética o una Biodramina. En Barcelona se ha rebautizado como Bungee up. Se podría traducir como hacer puenting para arriba. «Entrena volando», resume Denise en su web. 

Denise Bragueto se la ve más suelta en el aire que a los de los anuncios de Red Bull. Es brasileña, aunque a ratos tiene acento italiano. 31 años, lleva 9 en Barcelona. Hace tres que cambió la oficina por el pilates. Hace dos que vio un vídeo de Bungee workout y se volvió «loca». 

«Era un vídeo que se hizo viral desde Tailandia –recuerda la ahora entrenadora volante–. Empecé a investigar y me puse en contacto con el que aparecía en el vídeo». Y terminó localizando a los pioneros del Bungee workout en Europa. «En Ámsterdam también estaban trabajando con esta técnica», apunta. Allí se fue a hacer la formación profesional. Hace un año que enseña a volar en Barcelona: dos sábados al mes en el Eixample y otros dos en Parets. Acaba de añadir una clase en Barcelona ciudad los lunes por la tarde y en junio abrirá otra los miércoles por la mañana.

Ritmic Bcn (Vilamarí, 37). Hay ocho elásticos colgando del techo. Casi no has dicho ni «hola» y Denise te pregunta cuánto pesas. A bocajarro. Se lo dices al oído como si estuvieras en un confesionario, te coloca un arnés –es especial para Bungee workout– y te engancha al elástico como si fueras una morcilla. Pasarás de morcilla a Superman en apenas 5 minutos. Es uno de los ejercicios más básicos, dice. Dos, tres pasos, saltas, vuelas un par de segundos, y a coger carrerilla otra vez. Al tercer salto dejas de hacer el Superlópez

Cinco minutos y ya vas con la lengua fuera. «Estás todo el tiempo utilizando todos los músculos del cuerpo», Denise justifica tus sudores. «Estás haciendo un montón de ejercicios, pero la idea es que te diviertas». Cuanto más avanzada es la clase, más acrobacias aprendes. «Más cosas volando», te pica Denise. ¿Beneficios? «El principal es que es un trabajo que no tiene impacto –responde la profesora–. Porque el elástico te amortigua los impactos». 

Como en ‘Misión: Imposible’

Ahora haces «la estrella» en el aire. Ahora «la flecha». Ahora ¿una vertical? Pues, sí, terminas dando tantas volteretas como Soraya Sáenz de Santamaría durante un recuento electoral. «Pones tu cuerpo a prueba –explica Denise–. Haces posturas que nunca has hecho antes. Por ejemplo, una vertical. Es algo que es súper difícil, pero con el elástico la haces como si fuera fácil». Y pierdes el miedo. «Exacto –asiente Denise–. Te dejas llevar. Y te das cuenta de que puedes hacer cosas que ni imaginabas que serías capaz». Aquí mirarías por encima del hombro a Tom Cruise. Ahí estás, haciendo la plancha en el aire a unos centímetros del suelo a lo Misión: Imposible.

 ¿Lo que más gusta? «La sensación de libertad», dice Dora, una de las alumnas de hoy. «Aparte de ser divertido –añade Simeia–, quemas muchas calorías». Y te enseña su reloj: marca 268 calorías menos. «Y hemos ido bastante despacio», resopla. Era una clase de iniciación. En una del tirón se suelen quemar 400-500 calorías. Casi lo mismo que al criticar el final de Juego de tronos.  

«Es un deporte del futuro», vaticina Denise. «Dentro de un par de años va a estar presente en todos los gimnasios, como el zumba». Al salir ya estás pensando en volver. «Al final –sonríe Denise– es poder volar sin tener alas».