MUSEO IMAGINARIO

El "encanto" del Teatre del Raval

El historiador de bandas sonoras y administrador de la revista 'Dirigido Por' recuerda su juventud en este cine convertido ahora en teatro. "Ahí pude ver las grandes películas de Hitchcock", recuerda

Anna Pérez

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Con una sonrisa de oreja a oreja y observando el edificio llega Joan Padrol al Teatre del Raval, su museo imaginario. Este teatro comparte instalaciones con la parroquia de Nostra Senyora del Carme y lo puedes encontrar escondido en la calle de Sant Antoni Abad, 12. Muchas fueron las horas que pasó Padrol delante de la gran pantalla viendo clásicos del cine. Así nació un cinéfilo de los pies a la cabeza. "Lo que más me gustaba era que empezaba a las seis y media y salías a la diez pasadas", explica. "Llegar a casa tan tarde a mí me alucinaba", añade entre risas.

Siendo un niño, iba a casa y hacía sus deberes lo más rápido posible. Sabía que al terminar iba a poder disfrutar de dos películas –y las recuerda a la perfección–. 'Atrapa un ladrón', 'De entre los muertos', 'Vértigo', 'Con la muerte en los talones', 'Psicosis'...son algunos de los títulos que más le fascinaron. "En esta última, el ambiente fue casi festivo", cuenta. Sin embargo, echa la vista atrás y no puede evitar pensar en cómo han cambiado los tiempos y la forma en la que concebimos el cine ahora. "No había tele ni nada. Era ir al cine el domingo por la tarde con la yaya, o a algún cine de barrio, que por aquí abundaban mucho", explica.

Viajando a nuevos mundos

Está claro que toda esa diversidad le llevaba a conocer nuevos mundos, algo emocionante para un niño de Barcelona. "Ver, por ejemplo, una película como 'Fuego verde', que representa que pasa en las selvas de Colombia, era abrirte a nuevos ambientes impensables para niños de esa época", aclara.

Podríamos decir que las nuevas tecnologías y la gran cantidad de información y contenido que tenemos actualmente han hecho que perdamos esa sensiblidad cinematográfica que había antes. Joan Padrol nos lo confirma: "Con un solo 'click' tenéis lo que queréis. Se ha perdido el encanto de encontrar –por fin– en un cine una película que quieras ver. Ya no tiene gracia", concluye.