CIUDAD ON

La primera serie en vivo de Barcelona

Cualquier seriéfilo se siente aquí más descolocado que Pablo Iglesias en casa de Bertín Osborne. Para ver esta 'sitcom' hay que levantarse del sofá. 'La coach' es una serie-teatro. Este jueves, 18, estrena su primer capítulo en la sala Ón Barcelona

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Ana Sánchez

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Temporada 1, capítulo 1: La crisis de Amelia, se titula. Y de golpe aparece Amelia por el pasillo casi rozándote. Desplegará su crisis existencial de sitcom entre oleadas de risas no enlatadas. Sí, cualquier seriéfilo se siente aquí más descolocado que Pablo Iglesias en casa de Bertín Osborne. En esta serie no se tira de mando a distancia. No hay rastro de ella en Netflix. No se encuentra en ninguna plataforma. Ni siquiera hay un mísero dragón. Hay que levantarse del sofá y salir de casa para verla. Está en un escenario. 

Se estrena este jueves, 18, en la recién abierta sala Ón Barcelona (Nàpols, 305): La coach. «La primera serie en vivo que se hace en Barcelona», proclaman sus ideólogas. Es un invento de Laberinto Producciones y la compañía LetrasConVoz. «Un nuevo concepto teatral», añaden, para enganchar a los seriéfilos al teatro.

Lo que está más de moda –pensó su directora, Elia Tabuenca– son las series de Netflix. «¿Cómo podemos llevar esto a nuestra compañía?». E idearon una sitcom que se representa en directo. Cada mes estrenan un capítulo, que se puede ir a ver al teatro todos los jueves de ese mes. En julio cerrarán la primera temporada. Tiene tres: 12 episodios en total. 

«Queremos que el teatro no se quede caduco –apunta Rut–, que siga evolucionando. Y para ello tenemos que estar inventando constantemente». Rut Blasco es Olga, la coach del título, versión a la catalana de la extravagante Phoebe de FriendsRobaescenas de manual: provoca carcajadas hasta cuando no abre la boca. A ella acude Amelia (Lara Vacas) para enderezar su caída en picado vital. Se ve que tiene más altibajos que un candidato en campaña. Está a punto de cumplir 33, así que apenas le queda un año de vida según los cánones de Jesucristo. Completa este triángulo existencial la doña perfecta Silvia (Laura Millaruelo), la hermana pequeña de Amelia. Al menos se da por hecho que no se cargarán protagonistas a lo Juego de tronos. «No vamos a hacer spoilers», se ríen ellas sin desmentir carnicerías.

Será posible seguir la serie, prometen, aunque te pierdas algún capítulo. «Es lo bueno de las sitcoms», asienten sus protagonistas. Antes de cada episodio, muestran resúmenes en vídeo, como en la tele: «En capítulos anteriores…». 

La función termina con una metralleta de preguntas que te dejan con las ganas y un adelanto en vídeo del siguiente episodio, también igual que en la tele. Pero aquí aplaudes en vez de buscar el mando para  darle al «capítulo siguiente». Para verlo hay que volver al teatro el mes que viene. «Que te toque un poco el aire», incita la codirectora, Eva Solé.

Teatro con continuidad

«Es otra forma de ver teatro», apunta Laura. «Puede captar a público que no está acostumbrado a ir a grandes teatros –añade Lara–, igual que el microteatro». Lo saben por experiencia: últimamente han hecho mucho teatro de 15 minutos. «Es lo que está de moda ahora –continúa Lara–. Y el público se queda con ganas de más. ‘¿Cuándo vais a hacer la segunda parte? Es que se nos ha quedado corto’. Y pensamos: ‘Hagamos un formato en el que la historia tenga continuidad’».

«Somos un grupo que nos gusta experimentar», apunta la codirectora. De hecho, en su web se definen como «compañía de biblioteatro». «Elia (la directora) estudió Filología –explica Eva– y vio que había muchos autores que no eran representados». Esa es su esencia: adaptar al teatro obras ignoradas en la historia de la literatura, «pero que contienen un gran valor poético, ideológico y literario».    

Ahora también adaptan el teatro a los tiempos de Netflix. Si la serie funciona bien, adelantan, harán un maratón a final de temporada. «Una tirada entera para la gente que se lo haya perdido o que le apetezca volver a verlo». Ojo si eres un seriéfilo con tendencia a ser abducido por el sofá. Aquí el único a mano está en el escenario.