CIUDAD ON

Los 'spas' se hacen veganos

El veganismo se extiende a la misma velocidad que los 'memes' sobre el regreso al Madrid de Zidane. La tendencia 'cruelty free' ha saltado del plato a la ropa, a los cosméticos y ahora a los 'spas'

ONBARCELONA   spa vegano Slow Spa

ONBARCELONA spa vegano Slow Spa / periodico

Ana Sánchez

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"Hoy no queremos un producto, queremos ética". Palabra del diseñador John Galliano. Las grandes firmas de lujo ya han renunciado a las pieles animales. Desde Versace hasta Burberry. La tendencia vegana ha saltado del plato a la ropa, a los cosméticos. Ahora a los spas. 

«Lo vegano no es una moda, sino una corriente de vida», asegura Jose Calderón. Es dueño junto a Santiago Bolívar del Signature Spa, un pequeño oasis 100% orgánico instalado en el hotel Yurbban Passage de Barcelona (Trafalgar, 26). «El primer spa vegano de España», se proclama en la web. Eso significa que aquí se relajaría hasta el ecoactivista Leonardo DiCaprio. Te cuidan la piel y la conciencia.

Todos sus productos son veganos (ni rastro de origen animal, «ni una cera de abeja», insiste Jose) y están realizados «con ingredientes 100% naturales, con certificación orgánica, recolectados en todo el mundo mediante prácticas de comercio justo y libres de tóxicos». Tres minutos hablando con él y se te atraganta toda la carne que has comido en un mes. 

«Mucha gente se está concienciando», dicen tras casi dos años abiertos. Incluso los carnívoros. «Los tratamientos con productos veganos pueden ser muy eficaces en el cuidado de la piel», garantizan. También ofrecen packs con el restaurante flexiteriano Flax & Kale Passage.

El veganismo se extiende con la misma rapidez que los memes sobre el regreso de Zidane. Las búsquedas de lo-que-sea «vegano» se han quintuplicado en España en cinco años, según Google Trends. Catalunya es donde más se ha tecleado «veganismo» esta semana.      

La última meca vegana de Barcelona es el Slow Spa (Consell de Cent, 391). Abrió en octubre. Nuevo centro de relax sin rastro animal, este de aire asiático. Su dueño, Javier Espasa, lleva 25 años viajando a Asia. De allí se trajo tres contenedores llenos, recuerda, incluida una puerta balinesa. Aparte de vegano, el spa mantiene la filosofía slow del nombre: «Relajación, sostenibilidad, proximidad», asiente Javier. Ofrecen masajes tailandeses (de los que te dejan bien crujido) y turcos (con espuma en la camilla). Hasta tienen clases de yoga.

Dos años cumplirá en mayo Végere (Ramón y Cajal, 32). «El primer centro de estética vegana de Barcelona», anuncia su web. Productos cruelty free para cuidarse «sin dañar a otros seres sintientes», dicen sus ideólogos, todos veganos y vegetarianos. Las prioridades –añaden– han ido cambiando. «Y esto hace que nos preguntemos si nuestras acciones son beneficiosas para el planeta o no».

Hace años que hasta se puede limpiar a eco-nciencia. En Saponina a granel (Galileu, 111), venden detergentes y jabones veganos. «Las ventas van aumentando año tras año», asegura el propietario, Guillem Massó.

Moda ética

«Ha cambiado mucho todo», asegura Raquel Passola. Ella abrió una tienda vegana «cuando en España ni se conocía el concepto de veganismo», recuerda. Hace ocho años que vende moda sin piel, lana, plumas ni seda en Amapola Vegan Shop (Travessera de Gràcia, 129). «Viste vegano», incita una vaca que mira con cara recriminadora desde su web. «Vendemos artículos que tradicionalmente se realizaban con materiales de procedencia animal –explica–, como zapatos, bolsos, cinturones, carteras». Va creciendo tanto la demanda de moda ética como la oferta de marcas 100% veganas, dice. «La percepción ha pasado de cierta desconfianza a entenderlo como un producto de gran valor añadido».

«A la gente cada vez le sorprende menos que no tengas lana ni piel», asegura Esther Lloret. Hace cinco años que abrió Nectar (Laforja, 77), tienda vegana especializada en vestidos, bolsos y complementos para bodas y eventos. «El maltrato nunca es una alternativa –proclama–. No es necesario para ir a la moda o abrigarse. Hay mil recursos». Lo único que les extraña a sus clientes, cuenta, es que no tengan seda. «Por desconocimiento: se mata al gusano». Ahora vestir vegano –añade– empieza a ser hasta «más cool».