CIUDAD ON

Batallas de insultos en Barcelona

Aquí se te queda la misma cara que a los de Podemos cuando les preguntan sobre Errejón. Se estrenan los 'Roast Battles': combates de cómicos en los que se humillan sin censuras

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Ana Sánchez

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Hay tantos cómicos por metro cuadrado como para un anuncio de Campofrío. Un ofendidito estándar pondría aquí una denuncia por minuto. «No hay censura», anuncia el presentador. «No hay temas tabús», promete. «Si alguien se ofende, que se joda». Pero nadie se levanta y se va con la barbilla en alto. Parece que no ha venido ninguno de Vox.

Es el primer Roast Battle que se hace en Barcelona. Las entradas se agotaron en tres días. Y eso que sacan más trapos sucios que Villarejo. Son batallas de insultos, guerras de humillaciones. Se te queda la misma cara que a los de Podemos cuando les preguntan sobre Errejón.

Es un invento americano, versión del clásico Roast del Comedy Central, en el que una personalidad encaja los insultos cómicos de un grupo de invitados. Desde el 2016 existe este formato de batalla. El año pasado se estrenó en el Comedy Central español. Ahora se extiende por los escenarios.

 «Es la comedia pura –resume el humorista Xavier Castells–: insultar sin tapujos». Es el presentador y uno de los organizadores junto a Albert Floyd Charlie Pee, responsables del Comedy Gold y novios en sus ratos libres. Lo demostrarán en unos minutos despellejándose en el ring. Prevén montar Roast Battles cada mes. «Yo diría que es un gran ejercicio creativo –apunta Albert–, una oda a la incorrección e incluso una buena terapia». 

Han montado el mini ring en el Generator Hostel. «Me decepcionaría si nos fuéramos sin que nadie acabara llorando», suelta el guionista Javier Rueda. Hoy ejerce de jurado con Quique Macías, habitual de Paramount Comedy. Suena la banda sonora de Rocky, campanita, clin clin clin, empieza el primer combate. En una esquina, Chris Groves, veterano del stand up en inglés. En la otra, un amateurAdrián Martínez. «Es como un hermano –empieza Chris–. Porque le odio». «Tú tienes la misma pinta –contraataca el novel– que un judío en un campo de concentración». En vez de «ja, ja», el público grita «oooooh» de la impresión.    

Segunda batalla de monologuistas: Ferri López vs Andrés Fajngold. «Una explicación a tu forma de ser es que fuiste a los Maristas», Andrés suelta el gancho del KO. «A ti los curas te querían, pero solo como amigo», remata.

Sube la pareja de novios. Ríete tú de la bilis de Sálvame. «Soy la envidia de todos los machistas del mundo –dice Albert–. Como estás tan delicada de salud, eres muy fácil de matar». «Yo quería dejarlo –replica ella al público–, pero su madre estaba haciendo quimioterapia. Era la única opción de tener una relación sin suegra». Te ríes y te retuerces de incomodidad a la vez. Por cierto, aún siguen juntos. «Pero sospecho –dirá Albert días después– que ella se ha bajado Tinder».

«Solo ‘rosteas’ a quien quieres»

Penúltimo combate: Manel Vidal contra Modgi (del programa La Sotana). «Parecéis voluntarios de las ruedas de reconocimiento», suelta el jurado a modo de presentación. «Una cosa que nos diferencia –apunta Modgi– es que yo tengo dignidad y él fue a la tertulia de Basté a discutir con Sergi Mas de los límites del humor [terminó en batalla tuitera]. ¿Qué será lo próximo? ¿Pedirle una carrera a Irene Villa?».

Quinto combate. El plato fuerte: Tomàs Fuentes, el guionista más ubicuo, y Kike García, «la mitad de El Mundo Today», le presenta el propio Tomàs. «Es la mitad de cualquier persona», empieza haciendo sangre con la estatura. «Tomàs es el mejor humorista de España –apunta Kike–. Y si le dijeras a cualquier aspirante a guionista: ‘¿Te quieres cambiar por él?’, respondería: ‘No’». Resuenan risas compasivas. «Supongo que le habéis reconocido por su voz –Tomàs vuelve al ataque–: la ardilla que cantaba en Alvin y las ardillas. Cuando habla, 200 perros tienen un íctus». Contragolpe de Kike: «Tomàs un día se despertó y se encontró a su polla haciéndole el desayuno».

Terminan de insultarse y se abrazan. Es una norma de estos combates. El lema: «You only roast the most you love». Solo puedes rostear a quien quieres. Como en la política, pero sin cajas B.