el museo imaginario

El parque fluvial del Besòs 'ciclista'

El galerista Gabriel Pinós encuentra su "válvula de escape" rodando en el largo carril bici que discurre junto al río

Gabriel Pinós, escoge el parque fluvial del Besòs para el museo imaginario de On Barcelona

Gabriel Pinós, escoge el parque fluvial del Besòs para el museo imaginario de On Barcelona / periodico

Ferran Imedio

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Gabriel Pinós tiene dos pasiones: el arte y el ciclismo. "Pero solo la primera me da de comer", sonríe el director de la galería Gothsland (Consell de Cent, 331), especializada en maestros de pintura catalana y vanguardias históricas, propietario con su familia del Museu del Modernisme (Balmes, 48) y presidente del Gremi de Galeries d’Art de Catalunya.

Tal es su amor por las dos ruedas desde que era un niño que, de vez en cuando, según la exposición que tenga en cartel, muestra un velocípedo en la puerta del local. Ha sucedido con la última muestra, 'Joan Cardona, El glamour de la belle époque'. Es casi una pieza de museo que muchos han intentado comprarle, sin éxito.

Tampoco parece dispuesto a vender sus otras siete bicis: una Brompton, dos de carretera, dos de montaña, una fixie y una eléctrica que se ha tuneado para parecerse a una moto antigua tipo Montesa. Con esta última llega a la cita con 'On Barcelona'. "Soy un friki de las bicis", admite. Y con unos elegantes zapatos de calle que esconden en la suela una fijación para el pedal.

10 KILÓMETROS SIN SEMÁFOROS

Estamos en el parque fluvial del Besòs, junto al mar, adonde acude a entrenar. Porque él es más de rodar que de ver el Tour por la tele, salvo cuando hay alguna etapa reina. "Voy entre semana a la hora de comer. Es mi válvula de escape", explica el galerista, de 41 años, que ha participado en la Titan Desert y en triatlones. "El carril bici llega hasta Montcada i Reixac, unos 10 kilómetros sin semáforos. Lo malo es que según la hora del día sopla una corriente de aire sobre el río y te frena bastante en un sentido, aunque en otro te ayuda".

Pinós se escapa a este "sorprendente oasis de paz rodeado de infraestructuras viarias" porque es donde mejor pedalea, aunque de vez en cuando también rueda por la carretera de les Aigües e incluso por el Circuit de Catalunya. El carril bici lo deja para el día a día. No puede bajarse del sillín.